jueves, 31 de octubre de 2013

Capítulo 35: La mansión Schoomaker

El imbécil de mi ex novio suelta a la rubia y se acerca a nosotros, sonriendo todavía. Dios, como desearía darle un bofetón en toda la cara ahora mismo. Me mira de arriba abajo antes de hablar:
-          Vaya, esto sí que es una sorpresa. Cuando los chicos me dijeron que tenían una sorpresa para mi cumpleaños, no me imaginaba esto.
-          Sorpresa – le respondo irónica.
Nos miramos desafiantes. La tensión puede cortarse con un cuchillo. Kevin habla antes de que nos matemos el uno al otro.
-          Y bien Chris, ¿no vas a presentarnos a tu amiga?
-          Chicos, ella es Becca Montgomery. Vive en la casa más próxima a la mansión. Nos vemos todos los veranos.
-          Y en las vacaciones, Chris – le recuerda ella con voz melosa.
Hago una mueca de fastidio, a lo que Nat se ríe. Becca nos mira a todas de arriba abajo y habla:
-          Chris, ¿no vas a presentarme a tus amigas? – le pregunta ella.
-          Nat Weston, Charlie Hilton, Penny Picard y Lena Williams. – dice señalándonos respectivamente.
-          ¿Williams? ¿Cómo Industrias Williams?
-          Exacto. – le respondo borde. Estoy harta de que la gente sólo se fije en mi apellido y no en cómo soy.
Becca ignora mi tono y sigue hablando.
-          ¿Y conoces a Christopher desde hace mucho tiempo?
-          Desde septiembre.
-          Yo lo conozco de toda la vida, nos conocemos desde que éramos niños. Jugábamos juntos en verano.
-          Qué bien – digo sin mucho interés. Estoy deseando salir de aquí.
Johnny acude a mi rescate y empieza a hacerle preguntas a Becca para que me deje en paz. Nosotras nos vamos de la piscina y caminamos hacia la zona de la playa. Cuando estamos lo suficientemente lejos, estallo.
-          ¿PERO OS PARECE NORMAL? ¡HACE UNA SEMANA QUE NO NOS VEMOS Y YA TIENE A OTRA!
-          Lena, tranquila, seguro que no tienen nada – dice Penny para intentar tranquilizarme.
-          Si no lo tienen, lo tendrán en cuanto Chris se despiste un poco. La muy zorra parecía una gata en celo – le responde Nat.
Charlie y yo asentimos a la vez.
-          Yo flipo. En serio. Es gilipollas. – sigo diciendo todavía sin creérmelo mucho.
-          Lena, los tíos piensan con el pito. ¿Qué esperas? – dice Charlie.
-          ¡Es que es subnormal! ¡Pero subnormal profundo! – grito.
-          Lena, relájate, sabemos que es imbécil, gilipollas y subnormal, pero si sigues repitiéndotelo lo único que vas a conseguir es amargarte más – empieza a decir Penny.
Vale, por muy enfadada que esté ahora mismo, debo reconocer que Penny tiene razón. No puedo amargarme con esto. Tengo que pensar con claridad qué es lo que voy a hacer.
-          ¿Y ahora qué se supone que hago? En serio, ¿qué hago? Porque no tengo ni idea de lo que va a pasar. Es evidente que Chris está con otra, y yo no sé qué coño hago aquí si lo nuestro se ha acabado.
Las chicas se quedan en silencio, ninguna sabe qué decir o qué hacer en este momento. Las cuatro nos sentamos en la arena en silencio, mirando el mar.
De repente, una voz nos sobresalta.
-          ¿Qué pasa aquí? ¿Acaso estáis en un funeral? – pregunta una chica morena a la que no conozco.
Pero es evidente que mis amigas sí. Las tres se levantan de la arena y la abrazan. Me levanto y me quedo en un segundo plano.
Cuando termina la efusividad del momento, Nat se tira de mí hacia ellas con una enorme sonrisa.
-          Lena, te presento a Monica Mallory, la prima de Chris.
Mona me sonríe amistosa. Es morena, aproximadamente de mi altura y tiene la piel pálida. Lo único que me confirma el parentesco entre Chris y ella son sus ojos azules, que también tiene Beth.
-          Sólo Mona. Monica suena demasiado pijo – dice ella con una sonrisa. Me río con su comentario, tiene pinta de ser maja.
-          Yo soy Lena Williams, encantada. – le contesto.
-          Tú eres la novia de mi primo – dice ella tras darse cuenta de quién soy.
-          Era.
-          No le hagas caso, se le pasará el berrinche. – elevo las cejas sorprendida – Si realmente le has dicho que no porque sois muy jóvenes, lo comprendo.
Tiene gracia. Mona me conoce desde hace menos de cinco minutos y ya me ha calado.
-          Eres buena en esto de calar a la gente.
-          Soy observadora, eso es todo. Si realmente no quisieras a mi primo, ya te habrías marchado de aquí al enterarte de donde estabas en realidad.
En eso debo darle la razón.
-          Tu hermanastro me ha dicho que eres buena persona. Y me fío del criterio de Johnny. Si realmente todo lo que ha pasado ha sido tal cual me lo ha contado Johnny, y con lo que le he conseguido sacar a Chris, creo que mi primo no te dio la oportunidad de hablar. Así que tenemos que conseguir que habléis.
-          ¿Has pensado en algo? – le pregunta Charlie.
-          Porque nosotras estamos sin ideas. – termina Penny.
Mona nos mira a todas sorprendida.
-          ¿A ninguna de las cuatro se le ha ocurrido lo de darle celos? – pregunta ella.
-          Eso ya lo intentamos este año. – le respondo.
-          ¿Y funcionó?
Las cuatro asentimos a la vez.
-          Pensad en esto como una versión 2.0. ¿A quién utilizasteis la primera vez?
-          A Christian Valley, el ex novio de Lena. – responde Penny.
-          Necesitamos a alguien mejor. Es evidente que no podemos utilizar a ninguno de sus amigos, porque todos están pillados. Tiene que ser otro. Alguien a quien odie realmente.  – empieza a decir ella.
-          Mona, créeme si te digo que Chris odiaba a Valley. – le respondo.
-          No, tiene que ser alguien a quien odie más que a Valley. Y se me ocurre el candidato ideal.
Las cuatro guardamos silencio, expectantes.
-          Necesitamos a Paul Schoomaker.
Los gritos de las cuatro no se hacen esperar.
-          ¡¿Paul?! ¡¿Te has vuelto loca?!
-          ¡Paul es un gilipollas integral! ¡Se dará cuenta enseguida de que es una trampa!
-          ¡No se va a dar cuenta! – grito por encima de todas para que me presten atención. Las cuatro se giran en mi dirección y me miran.
-          ¿A qué te refieres con lo de que no se va a dar cuenta, Lena? – pregunta Mona cuidadosamente.
Las miro y procedo a contarles el episodio de la graduación.
-          Conocí a Paul en la graduación. Empezó a coquetear conmigo, aunque no le seguí el juego, pero él insistió. Empezó a decir que Chris no era suficiente para mí, que debía aspirar a alguien mejor. No le dejé continuar con la conversación y me marché.
-          Es perfecto. Sencillamente perfecto – empieza a decir Nat.
-          Si realmente le gustas a Paul, esto va a funcionar. – dice Charlie.
-          ¿Y eso por qué? – pregunto.
-          Lena, sabes de sobra que Chris es muy competitivo. – dice Penny.
-          Ajá. – asiento, aunque no logro comprender del todo la situación.
-          Pero lo que no sabes es que la persona con la que peor se lleva Chris en este mundo es con Paul Schoomaker. Paul está celoso de Chris porque él heredará el imperio Schoomaker. Desde niños se han llevado mal. Chris era el nieto favorito de Trip Schoomaker, y Charles su hijo favorito.
Le indico un gesto a Mona que siga.
-          Peter Schoomaker siempre hizo lo que le dio la gana, fue un chaval problemático, nunca quiso formar parte de la empresa y se largó a un campamento hippie cuando tenía dieciocho años. Allí conoció a Carrie, se casaron y ella se quedó embarazada de Paul. Vivieron allí unos cuantos años hasta que se les acabó el dinero, y tuvieron que volver con los Schoomaker.
-          El retorno del hijo pródigo, o así lo titularon en las revistas de la época. – añade Nat.
-          Paul tenía nueve años cuando pasó todo esto, y se sintió fuera de lugar siempre. No se había criado en ese ambiente de clase alta, y Polly y Trip consideraban a Chris como su único nieto hasta la llegada de Paul. Aunque lo tratan con mucho cariño, es evidente que Chris es su favorito. – termina de explicar Mona.
-          Y es evidente que Paul le tiene una envidia tremenda. – concluye Charlie.
-          Paul quiere todo lo que tiene Chris. Y estás en su lista. Para nuestra suerte – dice Mona.
-          Entonces, ¿sugieres que empiece a coquetear con Paul para darle celos a Chris? – pregunto yo.
-          Exacto. – contesta Nat con una sonrisa malvada.
-          No lo aguantará. – añade Charlie.
-          Si no se acerca a ti entonces es que mi primo es subnormal. – concluye Mona.
-          Pues manos a la obra. La operación Schoomaker comienza. – anuncio yo para el deleite de todas.

***
Horas después, nos marchamos a nuestras habitaciones para arreglarnos para la cena. Cuando termino, entro en la habitación de Nat para hablar con ella. Durante todo el día he notado que está algo rara, pero no tengo ni idea del porqué.
Ella se está peinando frente al espejo, y cuando me ve sonríe. Me siento en la cama y empiezo a hablar con voz suave.
-          ¿Pasa algo, Lena?
-          Tengo que hablar contigo.
-          Cuéntame. Soy toda oídos.
-          Sé que me estás ocultando algo.
Nat para de repente y se gira para mirarme.
-          Lena, no pasa nada. No te estoy ocultando nada.
-          Natalie… Llevas todo el día con algo raro entre manos. Y no me digas que me estoy imaginando cosas. Sé que te pasa algo. Eres mi mejor amiga, noto cuando ocurre algo.
Nat suspira y se dirige hacia su mesilla. Abre el cajón y saca algo de allí. Lo guarda en la mano, y cuando se sienta enfrente de mí, me lo enseña. Es una cadena de plata fina, que no tendría nada de especial de no ser porque lleva un anillo colgando.
La miro sorprendida, y alterno la mirada del anillo a su cara.
-          Pensaba contártelo más adelante. No me parecía adecuado contártelo después de lo de la proposición.
-          Pero, pero… Es maravilloso. – le digo cuando la abrazo. – ¿Cuándo te has casado?
-          Hace casi tres semanas. Por eso volvimos juntos de Colorado. Fue la luna de miel.
-          ¿Y cómo te lo propuso?
-          Fuimos hasta el Gran Cañón. Jerry dijo que era la última vez que lo iba a ver en mucho tiempo, así que me convenció para ir hasta allí. Cuando estábamos allí, se arrodilló y me lo pidió.
Miro el anillo. Es precioso. Es un corazón con una corona encima, y dos manos que lo sujetan.
-          Es el anillo de Claddagh que le regaló Gerry MacKenzie a Rose cuando le pidió matrimonio.
-          Es precioso Nat, en serio.
-          Nos casamos en Las Vegas. Sé que suena a chiché, pero fue muy romántico. Sólo nosotros dos, y los testigos. Sólo pudimos llamar a Penny y Kev. El resto teníais vuestros propios problemas
-          Tenías que habérmelo contado.
-          Y lo iba a hacer. Pero más adelante. Ni siquiera lo saben mis padres.
-          ¿Tus padres no lo saben?
-          Es mejor que no lo sepan por ahora. No lo van a aceptar.
-          Sois demasiado jóvenes.
-          Lo sé.
-          Y va a ser duro estar separados.
-          Jerry ha decidido no estudiar en Chicago. Prefiere venir conmigo a Columbia para no separarnos.
-          Eso está bien, pero creo que os habéis precipitado. Aun sois muy jóvenes, y si realmente os queréis, deberíais haber esperado un poco más para dar este paso.
Nat se sienta a mi lado y suspira antes de hablar.
-          Sé que será difícil. Tenemos dieciocho años, aún estamos empezando nuestras vidas como adultos y tenemos toda la vida por delante. Pero créeme si te digo que no me arrepiento de haberme casado. Cuando encuentras a esa persona con la que quieres pasar el resto de tu vida, lo demás no importa en absoluto. Jerry es esa persona, estoy muy segura de ello, y quiero pasar el resto de mi vida con él. Cuando me quedé embarazada, Jerry me dijo que nos casaríamos en cuanto nos graduáramos. Sé que me quiere, pero en ese momento pensé que lo hacía por el bebé. Pero aborté, y Jerry me lo pidió de todas formas. Sé que las cosas deberían haber sido diferentes, pero me encanta el resultado de todo. Ahora mismo soy feliz, y eso es lo que importa.
La miro en silencio, dejándola continuar.
-          Y voy a darte un consejo. Si estás enamorada de Chris, házselo saber. Explícale que le has dicho que no por el tema de que sois muy jóvenes, pero dile que lo quieres. Si quieres pasar el resto de tu vida con él, díselo. Certezas como esa sólo se tienen una vez en la vida, no dejes pasar esta.
 La abrazo en silencio.
-          Gracias por tu consejo.
-          Para algo están las mejores amigas – me contesta devolviéndome el abrazo.

***
La hora de la cena llega enseguida. Después de una ducha, me cambio y me pongo mi vestido de verano favorito, uno blanco con flores y sandalias planas. Charlie pasa a recogerme a la habitación para guiarme por los pasillos de la mansión. Al terminar un gran pasillo, abrimos una puerta que da a una especie de comedor.
Las paredes del comedor estaban totalmente hechas de cristal, haciendo la forma de un cenador. Había una mesa de madera grande en el medio de la habitación como para doce personas, rodeada de sillas de madera. La habitación estaba decorada en estilo rústico, resultaba bastante acogedora y hacía contraste con la pared de cristal.
-          ¡Por fin aparecéis! – exclama Nat cuando Charlie y yo aparecemos por la puerta.
Somos las últimas en llegar. Nat está sentada en uno de los lados de la mesa junto con Jerry, Penny y Kev. Al lado de Kevin, está una de las cabeceras de la mesa, se sienta Paul Schoomaker. En la cabecera contraria está Chris, y a su lado se sienta Becca. Los únicos asientos que quedan libres son uno que está al lado de Becca y otro al lado de Paul, ya que Mona y Charlie ocupan los dos del medio. Pienso en lo que me han dicho las chicas por la mañana, y me decido a ejecutar el plan. Me siento al lado de Paul, que sonríe de satisfacción al verme.
-          Vaya, vaya. Esto sí que no lo esperaba. Lena Williams sentándose a mi lado en la cena.
-          Si la compañía es interesante… – le digo con suavidad. Paul vuelve a sonreír.
-          Supongo que las cosas han cambiado desde tu graduación, ¿me equivoco?
-          Digamos que antes de la graduación era yo la que estaba equivocada.
Paul baraja el significado de mis palabras, y vuelve a hablar.
-          Entonces ahora nos entendemos bien. Y dime Lena, ¿qué haces por aquí si ya no tienes nada con mi primo?
-          ¿Quién se niega a aceptar unas vacaciones gratis? Sobre todo siendo aquí.
-          Espero que estés disfrutando.
-          He llegado hoy, ni siquiera me ha dado tiempo a ver la mansión.
-          Si quieres, yo puedo enseñártela.
Paul me sonríe y yo desvío la mirada, sonriendo. Me fijo en que Chris ha dejado de coquetear con Becca y nos mira con cara de odio. Lo ha oído. Decido ignorarlo y le contesto a Paul:
-          Estaré encantada de verla contigo.
-          Me alegra oír eso.
Le sonrío de nuevo. Paul se acerca un poco más a mí y vuelve a hablarme:
-          Y dime Lena, ¿qué vas a hacer en septiembre?
-          Iré a Yale a estudiar arquitectura.
-          Interesante. Entonces podrás apreciar mejor los detalles de la casa.
-          ¿Y tú a qué te dedicas?
-          Estoy estudiando derecho en Brown. Harvard es demasiado pijo para mí.
Chris resopla. Esto se pone interesante.
-          ¿Y qué quieres hacer cuando te gradúes?
-          Supongo que trabajaré para la empresa, no lo sé todavía. También me gustaría tomarme un año sabático, viajar por el extranjero… No lo sé. Pero primero terminaré esto.
La cena continúa con tranquilidad, o al menos por mi zona de la mesa. Sigo hablando con Paul durante toda la cena, mientras que Chris permanece callado y retraído, aunque lo ignoro.
Después, Paul me lleva de visita por la mansión. La casa tiene forma de U, y la zona donde estamos nosotros es uno de los picos de la U, el ala de invitados. En la planta baja están el comedor principal, el antiguo salón de baile (ahora cerrado), las cocinas principales de la casa, un gran salón con vistas a todo el jardín, el comedor donde habíamos cenado (que Paul llamó el comedor de verano), pequeñas salitas de estar, un gimnasio, una sala de música y una sala de cine con quince butacas.
En el vestíbulo había una gran escalinata que comunica con la planta de arriba, donde están las habitaciones de la familia, la zona de los invitados y algunas salas. El salón de la planta baja daba a una terraza, y de esa terraza salían unas escaleras que comunicaban con el jardín, donde estaba la piscina.
Parte de las habitaciones de la casa están cerradas. Antiguamente, cuando en la mansión vivían los tatarabuelos de los Schoomaker, toda la mansión estaba habilitada. En el sótano se encontraba la cocina y el comedor de los sirvientes, y ellos vivían en la buhardilla. Actualmente, los sirvientes de la casa vivían en el pico de la U contrario al ala de invitados. El sótano se había clausurado, y en la buhardilla sólo se guardaban trastos, aunque las habitaciones de los antiguos sirvientes seguían allí, abandonadas.
Paul me había contado que todavía existían las escaleras de servicio que comunican la zona de servicio con la mansión, pero están escondidas, y no es fácil encontrar las puertas secretas.
La biblioteca es la habitación más impresionante de la casa. Los dos pisos de la mansión se unen ahí. La parte de abajo está decorada con sillones y sofás, además de alguna mesa con sillas alrededor. En la parte de arriba sólo hay una barandilla que rodea todas las estanterías, y que comunica con la parte de abajo con una escalera.
Después de todo el recorrido, Paul me deja en mi habitación.
-          Supongo que esto es todo por hoy.
Se acerca más a mí y hace ademán de besarme, pero le aparto la cara.
-          Todavía es muy pronto, Paul – le digo.
Se aparta y suspira.
-          No tardarás en pedirme que lo haga. Buenas noches, Helena. – dice marchándose.
Entro en la habitación y me tiro sobre la cama. Hoy ha sido un día muy largo.
De repente, oigo golpes en mi puerta. Extrañada, me levanto y abro la puerta. Lo que menos esperaba encontrarme en este momento es a un Chris furioso.
-          ¿Se puede saber qué coño hacías con mi primo? – pregunta entrando en la habitación y cerrando la puerta tras él.
-          No creo que te importe mucho lo que haga o no haga con tu primo. – le respondo con indiferencia mientras abro el armario para no verle.
-          Te equivocas, Williams. – dice él cerrando la puerta del armario y colocándose frente a mí.
-          No te tiene que importar. Es mi vida y hago lo que me da la gana. – le respondo cabreada.
-          Estás siendo infantil. – dice él moderando la voz.
-          ¡¿Infantil?! ¿Yo? Te recuerdo que te largaste y me dijiste que habíamos terminado, sin dejarme darte ninguna explicación. Llego aquí para arreglarlo todo y te encuentro tonteando con una Barbie unineuronal cuando sólo ha pasado una semana desde que me has pedido matrimonio. Dime, ¿quién es el infantil aquí? – le recrimino yo mientras él pone un gesto de sorpresa con mis palabras.
Chris se queda callado, pero me vuelve a mirar fijamente, sigue enfadado.
-          No quiero que estés con Paul.
-          Pues me da igual lo que quieras o no. Sinceramente, ya no es asunto tuyo.
Chris me vuelve a mirar dolido, se gira y sale de la habitación dando un portazo. Genial, lo que me faltaba.



martes, 22 de octubre de 2013

Capítulo 34: Sin noticias


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De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Novio desaparecido
Chris, ¿dónde estás? ¿Por qué no respondes a mis llamadas? Me estás volviendo loca, nadie sabe dónde estás y estoy muy preocupada por ti. Por favor, contesta, aunque sea para mandarme a la mierda.
Te quiero, Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Conversación pendiente
Chris, por favor, responde, Necesito que hablemos. No podemos dejarlo así como así. Te quiero. Por dios, te amo. Necesito hablar contigo urgentemente. No me contestas a las llamadas, y ya no sé cómo puedo hablar contigo. Pero lo necesito. Por favor, habla conmigo.
Lena.

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De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Ignorancia
Chris, han pasado tres días. Tenemos que hablar. Te quiero.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: TE QUIERO
Christopher, por favor, te lo ruego, necesito que hablemos. Tengo que explicarte todo lo que ha pasado. Tienes que saber por qué te he dado esa respuesta, necesito explicártelo. Por favor, llámame o lo que sea.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: TE QUIERO 2.0
Te quiero. Te quiero como nunca he querido a nadie. Aunque pienses que no es así, es así. Por favor, no dejes que el asunto de la proposición se interponga entre nosotros. Realmente quiero estar contigo.
Lena.

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De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Inlocalizable.
Me estoy volviendo loca, llevo 4 días intentando hablar contigo, y seguiré intentándolo. Por favor, contesta a mis mensajes, o llamadas, o correos. Lo que prefieras, pero habla conmigo.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: 5 días.
Que sepas que estás empezando a ser muy infantil. Por dios, tienes casi dieciocho años, no es normal que ignores así como así a una persona que te importa, a la que hace 5 días que le has pedido matrimonio. Por favor, llámame. Tenemos que hablar. No podemos acabar así después de todo lo que hemos vivido juntos. Te quiero, pero estoy llegando al límite de mi paciencia.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Hasta aquí.
Lo he intentado. Te juro que lo he intentado. He intentado ser razonable, pero no es normal que después de 146 llamadas, 215 mensajes y 8 mensajes prefieras seguir ignorándome. Llevo una puñetera semana sin saber nada de ti, pero si prefieres que esto se alargue, adelante. Estaré dispuesta a hablar en el momento que tú quieras. Pero no tardes demasiado, porque para cuando decidas hablar de esto, puede que ya sea demasiado tarde.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Perdón.
Siento el tono del correo anterior. Pero compréndeme. Necesito hablar contigo, pero tú no quieres hacerlo.
Lena.

Mensaje nuevo
De: Helena Williams
Para: Christopher Schoomaker
Asunto: Fin.
Está bien, lo acepto. Tú has decidido que hemos terminado. Es tu decisión, y aunque no estoy de acuerdo, la respeto. Tú has decidido el rumbo de esta situación. Puede que yo tenga la culpa de cómo hemos llegado a este punto, pero no niegues que parte de la culpa es tuya por haberte ido de Los Ángeles sin darme siquiera una oportunidad para explicarte porqué te dije que no me casaría contigo, o de haberte dignado en responderme a alguno de los correos, llamadas o mensajes que durante toda esta semana te he mandado para intentar hablar contigo. Tú lo has querido.
Lena.


Ha pasado una semana desde la proposición de Chris. Una semana desde que no sé nada de él, desde que no me responde a las llamadas, mensajes y correos que le he mandado dese que salió de la casa de mi madre sin mirar atrás. Una semana desde que sólo salgo de mi habitación para comer.
A los dos días de la marcha de Chris, mi madre y Joe tuvieron que marcharse a un congreso en San Diego, por lo que ella no sabe nada de lo que ha pasado. Pero para mi desgracia, Johnny y Charlie sí.
Aunque me hayan dejado en paz durante toda la semana, se les nota que quieren hablar conmigo urgentemente. Pero yo no tengo ganas de ver a nadie en estos momentos.

Johnny P.O.V
Marco el teléfono de Chris. Suena dos veces antes de que su voz me conteste.
-          No sé si me llamas para saber cómo estoy o para echarme la bronca. – dice Chris con todo resignado.
-          Estás siendo demasiado terco, pero no te estoy diciendo nada nuevo.
-          ¿Qué quieres Johnny?
-          Que hables con ella. Por favor, llámala aunque sea para aclararlo todo y dejar que continúe con su vida.
-          No pienso llamarla. Lo dejó todo muy claro con su contestación.
-          Chris, ¿has visto todas las llamadas y los mensajes? Es evidente que no lo ha dejado claro. Te quiere y quiere hablar contigo para aclararlo todo, pero tú eres demasiado orgulloso como para verlo.
-          Johnny, no me sermonees. Kevin lo lleva haciendo desde que llegó ayer, y está resultando bastante cansino. Hasta Jerry se ha puesto en plan madre.
-          Y es normal. Y también me parece normal que ni Penny ni Nat hayan ido a la mansión.
-          Se han puesto del lado de ella. Igualmente, la invitación sigue en pie. También para Charlie y para ti, aunque no vayáis a venir.
-          ¿Aun tienes ganas de celebrar tu cumpleaños después de todo lo que ha pasado?
-          No, pero ya sabes como es mi madre. No sabe nada, así que está empeñada en organizarme una fiesta increíble a la que invitará a la mitad de la sociedad. Me vendría bien ver a un par de amigos por allí.
-          Iremos.
-          ¿En serio?
-          Sí. Te veo mañana en los Hamptons.
Cuelgo sin dejarle que me responda. El plan se pone en marcha.

Lena P.O.V
Estoy tumbada en la cama, con las persianas medio bajadas, cuando la puerta se abre de golpe y entra Charlie. Se dirige a las ventanas y comienza a abrir las persianas y a ventilar la habitación.
-          Charlie, fuera, no quiero ver a nadie.
-          Pues lo siento, pero vas a tener que hacerlo. Llevas una maldita semana encerrada en la habitación, y lo siento si no quieres ver a nadie, pero no voy a permitir que te quedes aquí encerrada todo el verano compadeciéndote a ti misma. Así que arréglate y baja, tenemos una conversación pendiente.
La miro mal y me dirijo al baño. Al rato estoy lista, así que bajo hasta el jardín, donde se encuentran Charlie y Johnny sentados en el cenador a la sombra. Me siento enfrente de ellos y les miro con mala cara. No estoy de humor para aguantar un sermón.
-          Bien, ya me tenéis aquí. Hablad.
Johnny se aclara la voz antes de empezar su discurso.
-          Lena, si Charlie te ha sacado de la cama es porque queremos hablar contigo. Te hemos dejado tu espacio y hemos dejado que pase una semana, pero no puedes seguir así.
-          Cariño, Johnny me lo ha contado todo, pero necesito oír tu versión. Te has negado a hablar con todos desde que Chris se marchó.
Se me humedecen los ojos con sus palabras.
-          Nos preocupas. Llevas así una semana, y tú no eres así. Por favor, habla con nosotros. – me pide Johnny con una mirada de comprensión.
Se me hace un nudo en la garganta. Suspiro antes de empezar a hablar.
-          Cuando fuiste a buscar a Charlie al aeropuerto, Chris apareció por sorpresa en la casa. No me lo esperaba para nada, fue una auténtica sorpresa. Fuimos hasta Venice Beach, allí cenamos y estuvimos paseando un rato.
-          ¿Le notaste como siempre o estaba diferente? – pregunta Charlie.
-          Estaba raro, como si estuviera nervioso. Se lo noté, pero no sabía por qué. Cuando llegamos a casa fuimos hasta mi habitación, y Chris dijo que tenía que hablar conmigo sobre nuestro futuro juntos. Pensé que iba a dejarme, os juro que por un momento lo pensé, pero cuando se lo dije, él me contó que no tenía pensado hacerlo. Que sabía perfectamente que íbamos a estar en universidades diferentes, pero que le daba igual.
-          ¿Y qué paso? – pregunta Johnny.
-          Se arrodilló y sacó un anillo del bolsillo. Me quedé estática, no esperaba para nada que fuera a pedirme matrimonio. Estaba en estado de shock.
-          ¿Y qué hiciste? – preguntan los dos.
-          Le pregunté si realmente era una broma. Cuando vi que no era así, le dije que no podía estar hablando en serio. Cuando me dijo que estaba esperando una respuesta, le dije que no me casaría con él. Después de eso, se levantó y se largó. Corrí detrás de él hasta el vestíbulo, pero lo único que hizo fue decirme que habíamos terminado. Fin de la historia.
Johnny y Charlie se miran entre sí y después me miran a mí. No saben que decir. Tras unos instantes de silencio, Charlie se atreve a hablar:
-          ¿Y no has sabido nada de él desde entonces?
-          Le he estado llamando y mandando mensajes y correos, pero ni siquiera me contesta. No sé nada de él, donde está, si está vivo o muerto… Nada. Absolutamente nada. Y esta situación me está matando.
-          ¿Pero él sabe por qué le has dicho que no?
-          No, no me dejó darle una explicación. Por eso estoy así. Necesitaba hablar con él para poder explicárselo todo.  Pero como ha decidido ignorarme, que le den. No quiero saber nada más de Christopher Schoomaker en lo que me queda de vida.
Johnny se queda en silencio antes de hablar.
-          Lo que necesitas ahora mismo es desconectar. Necesitas relajarte, y aquí no lo estás consiguiendo. Deberías marcharte unos días y despejar la mente.
-          Pero no quiero volver a Nueva York. Derek e Ethan me agobiarían demasiado, y Greta también.
-          Nat me ha llamado esta mañana para invitarnos a su casa. – dice Charlie de repente.
-          ¿Quieres que vayamos a Washington? – pregunto extrañada. No quiero ir a Washington. Chris vive allí.
-          No, no me refiero a su casa en Washington. – aclara rápidamente ella – Los padres de Nat tienen una casa en los Hamptons, Nat quiere que vayamos allí.
-          No me apetece.
-          Venga Lena, lo pasaremos bien. Serán unos días solo. Y así podremos estar las cuatro juntas. A saber cuándo podremos volver a hacer algo así.
Por una parte Charlie tiene razón. Será una de las últimas veces que podamos estar todas juntas antes de ir a la universidad. Debería ir.
-          De acuerdo, iré.
-          Pues haz las maletas. Nos vamos mañana.
-          ¿No es demasiado pronto?
-          Lena, nos vamos antes de que te arrepientas. Y necesitas desconectar pronto.
Le doy la razón. Necesito irme cuanto antes de aquí.
***
El vuelo ha sido largo, muy largo. Desde Los Ángeles hemos hecho escala en Nashville, y desde allí hasta el JFK. Recogemos las maletas en el hangar y nos dirigimos a la salida, donde suelen esperar los familiares a todos los que llegan.
Para mi sorpresa, Nat ha venido a buscarnos. Distingo su melena rubia en la distancia y sonrío. A medida que nos vamos acercando, veo que lleva un cartel en la mano que pone “Lunatic Williams” y “Crazy Hilton”. Son por detalles como estos por los que considero que Nat es mi mejor amiga. La abrazo nada más verla.
-          ¡Lena! – grita ella cuando me abraza. – Dios, te he echado muchísimo de menos. ¡Charlie! – exclama cuando ve a Charlie, abrazándonos a ambas.
-          ¿Y Penny? – le pregunto cuando nos separamos.
-          Llega esta tarde. Tenía que terminar el papeleo de Stanford antes de venir.
Asiento mientras la seguimos hasta su coche. El BMW blanco vuelve a estar en casa.
-          ¿Cómo lo has traído desde Denver?
-          Digamos que me gusta conducir, y Jerry se ofreció a venir de acompañante… Tenía ganas de hacer un viaje tan largo en coche.
-          ¿Y qué tal la experiencia?
-          No fue mala. La próxima vez vamos a ir hasta California.
Llegamos al coche y metemos nuestras cosas en el maletero. Nat nos tiende gorras de béisbol para no despeinarnos, enciende el aparato de música y arrancamos hacia nuestro destino.
Tras casi dos horas de viaje, llegamos hasta East Hampton. Nat sigue conduciendo, dejando atrás las casas normales, hasta llegar a la verja de una impresionante mansión. Baja del coche, se acerca hasta una especie de interfono y a los pocos segundos se abre la verja. Vuelve a montarse en el coche y conduce a través de un camino que discurre rodeando el jardín por los laterales, sin acercarse a la mansión.
Aparca su coche junto con otros deportivos de alta gama y nos bajamos. Cogemos las maletas del coche y la seguimos a través del jardín. Realmente, el entorno impresiona. Una gran mansión está en el medio de un gran jardín, que tiene pinta de continuar por la parte de atrás de la casa. A la derecha de la casa, a menos de 300 metros, distingo el mar, con la parte de la playa correspondiente.
-          Imaginaba que tu casa iba a ser enorme, pero no me imaginaba que lo iba a ser tanto – exclamo mientras la seguimos caminando.
Nat sigue callada hasta que llegamos a un ala de la casa que parece destinada a los invitados. Y allí, para mi total sorpresa, se encuentra Beth Schoomaker.
-          ¡Charlotte, Lena! Bienvenidas a la mansión Schoomaker. Estoy encantada de que hayáis podido venir. – dice mientras se acerca a nosotras y nos saluda individualmente.
-          Beth, ya sabes que me encanta venir aquí en verano. – dice Charlie impidiéndome hablar. Le dirijo una mirada asesina  a ella y otra a Nat. Cuando estemos a solas tengo que hablar con ellas.
-          ¿Te gusta la casa, Lena? – me pregunta Beth.
-          Es impresionante. Por lo menos desde fuera.
-          También te gustará por dentro. Le diré a Christopher que te lleve de visita. Y bueno, voy a enseñaros vuestras habitaciones. Seguidme, por favor.
Seguimos a Beth por un pasillo, y finalmente se para en una puerta.
-          Charlie, esta será tu habitación. Lena, la tuya es la puerta de la derecha. A tu derecha está la habitación de Nat, y la siguiente puerta va a ser la habitación de Penny. Os dejo para que os acomodéis – se despide sonriendo.
En cuando Beth se aleja lo suficiente, cojo de un brazo a Nat y con el otro a Charlie, y las meto en mi habitación, cerrando la puerta de un portazo.
-          ¿Se puede saber en qué coño estabais pensando cuando se os ocurrió traerme aquí?
Charlie mira a Nat nerviosa, y ella habla.
-          Fue idea de todos.
-          ¿Qué? – les pregunto muy enfadada.
-          Por dios Lena, no te pongas así. Charlie me llamó cuando se enteró de lo de Chris. – empieza a contar Nat.
-          Intenté hablar con él, pero no me cogía el teléfono. – sigue Charlie.
-          Así que me llamó a mí, y como tampoco me cogía el teléfono, le dije a Jerry que lo llamase. – termina Nat.
-          ¿Me estáis diciendo que Jerry también lo sabe? – les pregunto histérica.
Nat se queda callada un momento antes de continuar.
-          Como Chris no quiso contarle nada a Jerry, tuvimos que llamar a Kevin. Y Kevin llamó a Penny para que le ayudase en lo de hablar del tema con Chris. – concluye Nat.
-          Entonces, todo el mundo sabe lo de la preposición.
-          Bueno, todo el mundo no. Chris no se lo ha contado a sus padres, y yo no se lo he contado a tus primos, por lo que tu familia tampoco lo sabe. – me responde Charlie.
-          No sé si eso resulta o no un alivio. – digo resignada.
-          Lena, tenías que habérnoslo contado. Por favor, somos tus amigas. Para lo bueno y para lo malo. Sobre todo para lo malo. – me insiste Nat.
-          No se nos ocurrió una forma mejor para que vinieses a hablar con Chris. – admite Charlie.
-          Charlie, ¿qué parte de “no quiero ver a Christopher Schoomaker en lo que me queda de vida” no entendiste? – le recrimino.
-          Cuando me lo dijiste ya lo habíamos organizado todo. Así que no podíamos echarnos atrás. – cuenta ella.
-          Además, teníais que hablar. Si no conseguíamos que hablaseis ahora, no volveríais a hacerlo en la vida. – sigue Nat.
-          Y hacéis una pareja tan mona. Os queréis, y eso se nota a leguas. – continúa Charlie.
-          Aunque Chris sea un terco de narices y tú una orgullosa – termina Nat.
Las miro otra vez. Vale que hayan organizado esto con la mejor intención del mundo, pero sigo enfadada.
-          Sois unas auténticas petardas – les digo sentándome en la cama.
Las dos corren a abrazarme.
-          ¿Lo ves, tontita, cómo nos lo ibas a agradecer?
-          No me voy a ir porque Beth Schoomaker ya me ha visto. Pero os juro que lo hubiera hecho de saber que íbamos hacia aquí.
Me dirijo hacia mi maleta y la abro, empezando a meter la ropa en el armario de la habitación.
-          Y supongo que Schoomaker no sabe que estoy aquí.
-          Supones bien – me dice Nat.
-          Perfecto – les respondo irónicamente.
-          Venga, ponte un bikini, nos vamos a la piscina. Los chicos están allí.
Nat y Charlie se van de mi habitación y me dejan sola.

Nat P.O.V
Al salir de la habitación de Lena me despido de Charlie y entro en la mía. Voy hasta al armario cuando noto unos brazos que me rodean por detrás. Acerca su boca a mi oreja y me susurra.
-          Hola preciosa.
Me giro y beso a Jerry, para después abrazarlo.
-          Te he echado de menos, pequeña. Aunque hayan sido sólo cinco horas separados.
-          Y yo a ti tonto. Mucho.
Vuelvo a besarlo cuando Jerry para y me mira.
-          ¿Se lo has contado?
-          No he podido. – le digo.
Jerry levanta mi mano izquierda hasta ponerla a nuestra altura.
-          Y tampoco llevas el anillo.
Niego con la cabeza mientras me quito el colgante que llevo. Es una fina cadena de plata de la que está colgada mi anillo. Mi anillo de boda.
-          No puede saberlo todavía. Lo de Chris todavía está reciente. No podemos contárselo a nadie hasta que ella y Chris solucionen sus problemas.
Jerry asiente disgustado, aunque sabe que tengo razón. En cuanto nos graduamos, Jerry se ofreció a acompañarme hasta Washington D.C para que no condujese sola hasta allí. Y me lo pidió. Se arrodilló ante mí en el medio del cañón del Colorado, sujetando el anillo de Claddagh que su padre le había dado a su madre cuando le pidió matrimonio. Acepté sin pensármelo un segundo.
Condujimos hasta Las Vegas y nos casamos en la Capilla del Amor irlandesa, él con su traje verde y yo con un vestido verde, sonando de fondo “Turning page”. Nuestra luna de miel consistió en el viaje de vuelta hasta Washington.
Sólo Kevin y Penny sabían que nos habíamos casado. Por algo habían sido el padrino y la dama de honor de nuestra boda, además de los testigos. El resto no tenían ni idea. Tampoco podíamos contárselo. A alguno de ellos podía escapársele lo de la boda y que Lena o Chris llegasen a enterarse.
-          Odio tener que ocultar esto. Natalie, eres mi mujer, y estoy deseando que lo sepa todo el mundo.
-          Gerald… – le susurro al oído abrazándolo. – Se lo contaré pronto. No sé cuándo, pero pronto. No dudes por un segundo de lo mucho que te quiero.
-          Y yo a ti, señora MacKenzie.
Me besa lentamente antes de separarse y salir de la habitación. Suspiro, y antes de  salir a buscar a Charlie, guardo el colgante en el cajón de mi mesilla.

Lena P.O.V
Termino de deshacer las maletas y me cambio rápidamente. Al poco llaman a mi puerta, abro y son las chicas, que vienen a recogerme.
Caminamos por el pasillo y salimos del edificio. El jardín es precioso, tiene zonas distintas para las actividades. Distingo la zona de la piscina, que queda cerca de aquí. Vamos hacia allí, y a medida que nos vamos acercando, veo a los chicos. Johnny está leyendo una revista, Kevin y Jerry juegan a las cartas y Chris está desaparecido.
Cuando me ven, los chicos sonríen. Kevin y Jerry se levantan a abrazarme.
-          Así que al final has venido, Lena. – me dice Jerry.
-          Si tu novia no me hubiese engañado hasta el último momento, seguramente no me veríais aquí. – le respondo mientras le devuelvo el abrazo.
-          Me alegro de que hayas venido – me abraza Kev.
-          Y yo de veros a los dos. Y decidme, ¿dónde está el imbécil de vuestro amigo?
Kev y Jerry señalan a mi espalda. Me giro y veo a Chris caminando hacia nosotros, aunque no me ha visto. Está demasiado pendiente de una rubia que camina a su lado, la tiene agarrada por la cintura y le susurra algo al oído, por lo que ella se ríe.
De repente, Chris se fija en mí y me mira con una sonrisa de suficiencia. Les miro con cara de culo. Si Chris quiere jugar sucio, entonces yo también lo haré.