viernes, 1 de julio de 2011

Capítulo 3:Esto no es empezar con buen pie

Desvié la mirada del chico del que no conocía el nombre y miré hacia el resto del comedor. Los demás estudiantes comían ajenos a mi mirada curiosa. Me senté con tranquilidad en la mesa y me serví un poco de estofado. Comía mirando fijamente mi plato, sin prestar atención de lo que sucedía a mí alrededor.

Nat y Charlie intentaron hacerme hablar algo, por lo que al final terminamos hablando sobre si se llevaría el azul o el rojo para este invierno. Terminé de cenar, y cuando me iba a levantar, tropecé con el chico rubio al que antes había mirado tanto (y tantísimo), al cual se le cayó la bandeja de la comida encima de mí.

Me toqué el pelo inconscientemente. Tenía trozos de patata asada y salsa de carne. Mierda.

- ¡A ver si miras por donde vas, niña imbécil!

¿Pero de qué se iba este idiota perdido? Nadie insultaba a Lena Williams. Jamás.

- ¿Qué dices? ¡Mira tú por donde vas torpe! ¡Mira cómo me has puesto! – le dije, señalando el aspecto con el que me había dejado.

- Eso te lo has buscado tú.

¿Qué? Esto desde luego no iba a quedar así. Ni de broma. Una idea brillante se cruzó por mi cabeza y entonces decidí llevarla a cabo.

- Pues a ver si ahora estás como yo – dije mientras cogía mi plato de estofado y se lo tiraba por encima.

El rubio se me quedó mirando muy pero que muy sorprendido, pero eso cambió, ya que enseguida me volvió a tirar comida y yo le respondí.

Enseguida empezó una guerra de comida que rápidamente se extendió por el comedor. Todos los alumnos empezaron a seguir nuestro ejemplo sin ninguna razón aparente. De refilón vi como Penny corría a refugiarse debajo de la mesa, mientras que Nat y Charlie tiraban comida a todas direcciones.

La guerra se interrumpió cuando entró la que parecía ser una profesora, que por cierto, llamaba la atención. Alta, con el pelo gris recogido en un regio moño, con zapatos de tacón bajos y traje chaqueta de lana verde, que intimida con sus ojos grises ocultos tras unas gafas de pasta.

En cuanto entró y nos dimos cuenta de su presencia, se hizo el silencio absoluto.

- ¿Pero qué creéis que estabais haciendo? ¿Sois de una pocilga o estáis en un internado?

Y todo el mundo seguía callado.

- A ver, ¿quiénes han hecho esto? – repitió la profesora.

- Yo – dije adelantándome – Y el señor ese que no se atreve a decir que él también empezó.

- Increíble señorita…

- Williams, Helena Williams. – le dije, interrumpiéndola.

- Ah, usted es la nueva alumna. – añadió, cayendo en la cuenta. – Yo soy la profesora Linton. Lo que decía, es increíble, acaba de llegar y ya está montando alboroto. Y usted señor Schoomaker, me parece increíble que ya esté castigado el primer día.

Espera un momento. ¿La profesora Linton acababa de llamar al rubio Schoomaker? ¿Sería el famoso amigo de las chicas?

- ¿Y ella no está castigada? – preguntó Schoomaker.

- Tampoco se libra la señorita Williams. – dijo con firmeza la profesora. – Vengan los dos inmediatamente a mi despacho y los demás paren de una santa vez, porque como los vea seguir con esto en cuanto regrese, la señorita Williams y el señor Schoomaker no serán los únicos castigados hoy. Y ustedes dos síganme.

Hicimos caso y seguimos a la profesora Linton a su despacho. Salimos del comedor y nos metimos por el pasillo derecho, el que estaba al lado de Secretaría. Pasamos cinco puertas de lado hasta llegar a una puerta, con una placa plateada con la inscripción “Profesora Margaret Linton”. Entramos en un despacho decorado en tonos verdes con miles de libros por las estanterías, fotos de antiguos alumnos y cuadros de paisajes. Linton se acomodó en una cómoda butaca detrás de un escritorio de roble y nos mandó sentarnos en dos sillas de aspecto cómodo que había enfrente de su escritorio. Desde su sitio nos dirigió una mirada severa.

- Antes de que empiecen a echarse las culpas el uno al otro, quiero saber exactamente que fue lo que ocurrió.

- ¡Este señor empezó…!

- ¡Esta chica empezó…!

- Silencio los dos. Señorita Williams, empiece.

- Yo estaba tan tranquila cenando y cuando me estaba levantando para marcharme, este señor pasó por delante y me tiró su plato encima. Y claramente, no me iba a quedar como si nada. Mire cómo me ha puesto. – le dije señalando las diversas manchas que tenía en el uniforme nuevo y la comida en el pelo.

- Ya es suficiente. Señor Schoomaker, cuente su versión.

- Pues esta chica me puso la zancadilla y yo tropecé, y claro, se me cayó la bandeja encima de ella, y ella sin ningún motivo me tiró su estofado encima.

- ¡Yo no te he puesto la zancadilla! ¡Si ni siquiera te conozco!

- ¡Sí que me la has puesto!

- ¡Silencio! Ya está bien. Los dos están castigados una semana entera…

- ¡¿UNA SEMANA?! – gritamos los dos a la vez.

- ¡Déjenme terminar! Por dios, esta juventud de hoy en día no respeta a nadie.

El rubio y yo la miramos mal.

- Como decía, estarán castigados una semana, vendrán al aula 104 todos los días después de terminar las clases y prepararán un análisis acerca de su comportamiento infantil e inmaduro que me entregarán cuando terminen sus castigos y que contará para nota de trabajo de literatura. Y por cierto, creo que esta semana las limpiadoras tendrán vacaciones en los servicios durante 3 días, ¿no creen?

- ¡¿QUÉ?! – exclamamos los dos.

- ¡Como lo oyen, y si no están contentos se van del colegio! ¿Queda claro?

- Sí profesora Linton. – contestamos los dos a la vez.

- Pues vayan a sus respectivas residencias. Les pido el favor de que no monten alboroto por el camino si no quieren que el castigo dure un mes. Buenas noches.

Nos levantamos haciendo ruido con la silla y salimos los dos al pasillo, en el caminamos en silencio. Él rompió el silencio.

- ¿Y cómo decías que te llamabas? – preguntó.

- ¡A ti que te importa idiota!

- Pues mucho. Oye, ¿no te apetece venir hasta mi habitación un rato? Lo digo para limar asperezas y eso.

- ¡Vete a la mierda un rato!

- No sin ti. ¿Me acompañas?

- ¡Que te den!

- ¡Ala que vocabulario la niña! ¿A ti no te enseñaron modales tus papis?

- ¿Y a ti no ser tan creído los tuyos? – le repliqué.

- ¡Muerde la niña!

- Solo contigo.

- ¿Y conmigo harías otras cositas? Lo digo porque conozco un sitio donde estaríamos tranquilos.

- ¡Que te den idiota unineuronal!

Me marché de su lado y salí al hall. Fui hasta la salida y caminé hasta mi residencia. Al llegar a la habitación me esperaban las chicas.

- ¿Te han castigado? – me preguntó Charlie.

- ¿Qué crees? – respondí con ironía.

- Que si. – contestó la siempre sonriente Nat.

- ¿En qué consiste tu castigo? – preguntó Penny.

- Pues una semana en la clase de los castigados y tengo, preparar un análisis de mi comportamiento "infantil e inmaduro" para dentro de una semana y oh si, se me olvidaba, limpiar los baños de las chicas durante 3 días. Desde luego, va a ser muy productivo.

- No es para tanto. – dijo Nat, con lo que la miré mal. – Solo lo de soportar a Christopher una semana. – añadió viendo mi cara.

- ¿Qué Christopher?

- Christopher Schoomaker, al que le has tirado tu estofado por encima.

- ¿Cómo? ¿El Christopher Schoomaker que según vosotras es el chico más guapo del colegio y que tiene club de fans?

- Sí, del que Barbie Clarkson es su presidenta. – me explicó Penny.

Mierda, mierda, mierda. Al final sí que era el famoso Christopher Schoomaker.

- Vamos, que al pelearte con Christopher has hecho una declaración de guerra a su club de fans y sobre todo a su presidenta Barbie Clarkson. – dijo Nat.

- ¿La he cagado? – pregunté.

- Bastante diría yo – respondió Charlie

- Dios mío.

- Pues espera a mañana. – dijo Nat.

- ¿Qué pasará mañana? – le pregunté con curiosidad.

- Ya lo verás. Créeme si te digo que llegarás a ser muy popular aquí.

- Preferiría no serlo. – respondí.

- Ahora no te queda más remedio que aguantar. Estás en el punto de mira de Barbie Clarkson, has protagonizado la mayor pelea de comida del internado junto con el chico más popular del mismo, y por si fuera poco, tu llegada al internado con minifalda y tacones.

- Dios mío.

- Relájate, sobrevivirás.

- Intentaré creérmelo. – dije mientras me dirigía de camino al baño.

Intenté relajarme, pero el agua no lograba su objetivo. Cuando estuve limpia y sin restos del estofado, me puse el pijama y me metí en la cama. Intentaba dormir, pero me era imposible.

Me rondaba en la cabeza las palabras de Kevin, “bienvenida al internado de la perdición”. ¿Qué querría decir con eso? Procuré no preocuparme por eso, tenía demasiadas cosas en la cabeza como para preocuparme por las palabras de alguien.

***

Un sonido irritante y continuo me taladraba en el oído. Entreabrí los ojos y vi que era mi enemigo, mi archinémesis, el famosísimo despertador. Lo apagué de un golpe. Me froté los ojos y lo miré. Marcaban las 7 y media. Desde luego, no podía permitirme lo de los 5 minutos más.

Con resignación me levanté de mi calentita y cómoda cama y me encaminé hacia el baño. Abrí el grifo del agua fría y me lavé la cara. Al terminar, cerré el grifo y cogí una toalla que había cerca. Miré bien mi reflejo en el espejo. No había ningún granito a la vista, mi piel estaba tan blanca como siempre y mis ojos verdes estaban enmarcados por unas leves ojeras. Tendría que disimularlas con corrector.

Cuando volví a la habitación, ellas todavía seguían en la cama, así que decidí poner la música a todo volumen para que se levantaran. Los acordes de Coldplay las terminaron de levantar, quejándose. Hice caso omiso a sus quejas y me dispuse a prepararme. Después de ponerme una camisa de rayas azules y blancas, la falda azul, medias blancas con lacitos rojos y unas bailarinas negras, me puse una diadema roja y me maquillé con sencillez. Mientras ellas se arreglaban, decidí salir afuera a mirar los buzones. Recogí el correo de todos los buzones y los separé por montones. Me sorprendió descubrir un folio que tenía una foto mía con un texto. Me dio una reacción histérica, y me puse a gritar. Las chicas salieron corriendo del baño al oír mis gritos.

- ¡¿QUÉ COÑO ES ESTO?! – pregunté histérica.

- El primer boletín del año de Fionna Catchpole. – me respondió Nat.

- ¿Quién es ella?

- Léelo.

Hola a todos mis queridos niños de St. Peter's College!

Como siempre, aquí vuelve vuestra querida Fionna Catchpole para contaros todas las novedades de nuestro querido internado.

Empezamos nuevo año, y ya sabéis que cada nuevo curso viene cargado de novedades.

¡Novedad, novedad! ¡Chica nueva en el internado! ¿Preparada para guardar tu trono de posibles intrusos, Barbie? Porque si es así, cuidadito con la nueva, esta chica viene con las uñas afiladas. Solo basta deciros que entró por la puerta principal del colegio ¡con minifalda y tacones! ¡Sin uniforme! Esta chica viene pisando fuerte y marcando territorio.

Con deciros que en su primera cena protagonizó la mayor pelea de comida de la historia del internado, y adivinar con quién lo hizo, nada más y nada menos que con ¡CHRISTOPHER SCHOOMAKER!

Y sin más dilación os presento a Helena Williams, sí, sí, la hija de Albert Williams, el director y dueño de Williams Co., la híper mega impresionante constructora. Razones por las que vino a St. Pete siguen siendo desconocidas. No me queda más remedio que hacer conjeturas…

Espero que des unos cotilleos impresionantes Helena, los alumnos de St. Pete se están comportando demasiado bien últimamente…

Hablando de ellos, últimamente Barbie no ha salido mucho en "Be Famous!" ¿Un cambio súbito de comportamiento? No lo creo. Pienso que Barbie trama algo gordo, sino no se tomaría la molestia de parecer una niña buena. Por cierto, cámbiate el tono del tinte, ese rubio oxigenado no te queda nada bien, yo diría que te asemejas bastante con cierto pajarillo de los Looney Tunes.

Que sepáis que el verano separa y une parejas. Janice Stuart y Brandon Jeffries ya no son Janice y Brandon. Al parecer, Brandon le puso los cuernos a Janice con la gemela de ésta, Janet.

Unos que se juntan son Chase Matthews y Kayla Philips. Los que el año anterior se odiaban ahora andan cogidos de la mano. Se ve que del amor al odio solo hay un paso.

Uno que abandona el barco es Julian Parker. Se ve que la archifamosísima borrachera que cogiste en la fiesta de final de verano de Allie Stevens en los Hamptons no le sentó nada bien a tus papis, sobre todo por los miles de dólares que valía ese coche que tiraste por el precipicio. Querido Julian, te deseamos suerte en la academia militar.

Y la otra que se va es Anita Pacheco. Tras un intenso romance con Greg Tate, Anita se va del internado. Lo primero de todo felicitarla por el nacimiento de Greg Jr, y esperamos que vuelvas, aunque sinceramente, no lo creo, he oído decir que ahora eres la deshonra de los Pacheco.

Y tu Christopher S., mi querido y dulce Christopher, estás irreconocible, ¿es que te vuelves más guapo cada verano que pasa? Espero que tu verano en los Hamptons te haya resultado “aprovechable”

Sin ningún cotilleo más que contaros, besos y abrazos de vuestra cotilla favorita,

Fionna Catchpole

- Así que Fionna Catchpole es la mayor cotilla de la escuela…

- Es venerada en todo el colegio, y lo mejor es que nadie sabe quién es.

- Vale. Ya descubriré yo quien es.

- Lo dudo mucho Lena. Lo dudo mucho.

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