Graduación
Después de la increíble noche en la biblioteca, Chris me
acompaña a mi habitación para que podamos descansar algo. La ceremonia de la
graduación es a las cinco y media, así que tenemos doce horas por delante para
dormir y preparar las maletas.
-
Por
favor, quédate a dormir – le digo otra vez ya en la puerta.
-
Sabes
que me es imposible. Por la mañana no podré salir de aquí sin que me vea
alguien.
-
¿Y
qué más da? No creo que nos expulsen en nuestro último día aquí.
Chris lo reconsidera durante unos momentos.
-
Está
bien, me quedo.
Lo beso rápidamente antes de abrir la puerta con cuidado. La
habitación está a oscuras, pero distingo mi cama al fondo de la habitación.
Pisando con cuidado nos vamos acercando hasta ahí, pero antes le arrastro hasta
el baño.
Voy hasta mi armario y cojo el pijama. De paso, cojo una
camiseta que le había robado a Chris cuando estuvimos en su casa de Colorado, y
cuando vuelvo al baño se la doy.
-
Eh,
esto me suena. – susurra.
-
Te
la robé, así que técnicamente ahora es mía. – le respondo susurrándole.
-
Me
gusta más que la tengas tú.
Sonrío mientras me cambio. Me desmaquillo antes de volver a
la habitación y llevo a Chris conmigo. La cama es algo pequeña para los dos,
pero a ninguno le importa. Me abrazo a él y acomodo la cabeza en su pecho.
-
Eh,
nena, se me olvidó decirte una cosa antes. – susurra.
-
Dime.
-
Te
amo pequeña.
Me besa el pelo y me abraza más fuerte. Y los dos nos
dormimos en nanosegundos.
***
Empiezo a oír como alguien se desplaza por la habitación,
pero sigo con los ojos cerrados. Chris sigue durmiendo, a juzgar por su
tranquila respiración. De repente, ambos nos terminamos de despertar cuando
suena un ruido infernal a nuestro lado.
Abro los ojos y veo como Jerry y Nat golpean una cacerola con
una cuchara y una sonrisa malvada.
-
Os
voy a matar – digo dirigiéndoles una mirada de odio. – ¿Creéis que esta es una
buena manera de despertar a alguien?
-
No
me niegues que no es efectiva. Además, fui idea de Jerry – responde Nat entre
risas.
-
Es
horrible – le digo tirándole la almohada.
-
No
te quejes, que este es uno de los métodos despertador más suaves que tiene
Jerry para despertarnos. – reconoce Chris.
-
Os
encanta que os despierte así. – dice Jerry con orgullo.
-
No
sé si prefiero esto o las canciones tradicionales irlandesas a las cinco de la
mañana. – suspira Chris con resignación.
-
O
los cubos de agua fría, o el desodorante con aroma a caca de caballo… – empieza
a enumerar Jerry.
-
Que
sí Jerry, que eres un genio malvado experto en despertar a la gente de la
manera más desagradable posible.
-
No
podía irme de aquí sin despertaros a todos por última vez. – reconoce el
irlandés con una sonrisa traviesa. – Y una vez hecho, Schoomaker y yo
deberíamos largarnos de aquí. Las maletas no se hacen solas.
Chris se levanta de la cama y empieza a recoger su ropa del
suelo. Se viste y antes de marcharse se acerca a la cama y me besa.
-
¿Nos
vemos antes de la ceremonia?
-
Lo
intentaré, aunque con todo el caos de las maletas va a ser imposible.
-
Entonces
después. Estoy deseando que conozcas a mi familia.
-
¿Debo
tener miedo?
-
Para
nada. ¿Y qué me dices de tu padre? ¿Hoy me lo vas a presentar, no?
-
Si
no te mata por enterarse de que has mancillado a su niñita, si.
Chris se ríe y me vuelve a besar.
-
Te
veo luego nena – guiña un ojo antes de salir por la puerta junto con Jerry.
Nat empieza a recoger los montones de ropa desperdigados
alrededor de su cama mientras que yo hago lo mismo con los míos.
-
Supongo
que la noche ha ido bien – empiezo a decirle.
-
Divina.
Imagino que la tuya también.
-
No
sabes hasta que punto lo fue. Solo te digo que nunca pensaré en una biblioteca
de la misma manera – me sonrojo al recordar la noche anterior. Nat me tira un
cojín.
-
Deja
de pensar en tu noche de amor y termina de recoger. Te recuerdo que tenemos que
terminar con esto antes de que empiece la ceremonia.
-
Cierto.
Manos a la obra, pues.
Seguimos recogiendo en silencio, aunque tenemos puesto el
último CD de Beyoncé como música de fondo. Al poco rato llegan Charlie y Penny,
que también empiezan a hacer las maletas.
Me siento triste. Este ha sido un año fantástico, y hacer las
maletas solo significa que esto se termina. Es imposible meter los recuerdos y
sentimientos de este año en una maleta. Algo mío se quedará aquí siempre. Aquí
he conocido a los mejores amigos que podría desear tener, he conocido al chico
con el que me gustaría estar toda mi vida, e madurado, he cambiado como persona
(para mejor espero)…
Acabamos de hacer las maletas con el tiempo justo para
arreglarnos para la graduación. La habitación no era el caos de ayer, pero se
parecía bastante. Esta vez el arreglo de todas es más sencillo. Nat lleva un
vestido gris perla con parte de la espalda al aire, Charlie un vestido verde
oscuro de tirantes, y Penny uno negro de gasa palabra de honor. Mi vestido es
de color crema, corto, con tirantes, y un cinturón azul marino con un lazo
atado en la cintura. Todas llevamos el pelo suelto, las togas puestas y el
birrete en la mano.
Salimos hacia el salón de actos, que es donde se va a
celebrar la entrega de diplomas. Al llegar allí, veo como Allie Rumsfeld va
colocando a los graduados en las primeras filas por orden alfabético. Voy a la
tercera fila y me siento al lado de Nat, mientras que el salón de actos se va
llenando poco a poco.
En cuanto el salón termina de llenarse, Allie Rumsfeld sube
al escenario y se sitúa al lado del director Rumsfeld. Éste se acerca al
micrófono y le da tres golpecitos para hacerse oír.
-
Buenas
tardes alumnos, profesores, padres y el resto de los familiares. Os doy la
bienvenida a la ceremonia de graduación de St. Peter College. Este año ha sido
memorable para todos los que os graduáis hoy. Habéis aprendido herramientas que
os servirán para vuestra futura vida, habéis madurado y habéis sentado las
bases para vuestra futura vida adulta. Hoy es un día triste porque se va una de
las mejores generaciones que ha pasado por el internado, pero debemos pensar
que este es un día alegre, porque a partir de hoy, empezaréis vuestra vida como
adultos que ya sois.
La gente empieza a aplaudir y a vitorear al director
Rumsfeld. El director manda callar con las manos para continuar con el
discurso.
-
Y
ahora, veremos un pequeño video sobre vuestro paso por el internado.
La pantalla de detrás del director comienza a bajar y, cuando
ya está abajo del todo, comienza a proyectarse un vídeo. Distingo a mis amigos
con trece años, abrazándose unos a otros, posando en las típicas fotos de
clase, de excursión en la nieve, en los partidos de los deportes… Y luego vi
cómo iban creciendo poco a poco, cómo cambiaban a medida que pasaban las fotos
y sonaba de fondo “Forever Young”, de Alphaville. Empiezo a llorar cuando
aparecen las fotos de este año. Los partidos, la fiesta de Halloween, la obra
de “Romeo y Julieta”… Hasta han incluido las fotos de ayer, las que nos hicimos
antes de entrar en el baile. Sonrío entre lágrimas cuando veo las foto en la
que salimos Chris y yo, abrazados y sonriendo. Luego van Jerry y Nat sacando la
lengua a la cámara, Johnny sujetando en brazos a Charlie y sonriendo, y por
último Penny apoyándose en el hombro de Kevin y sonriendo.
El vídeo termina y veo como varias de las chicas, incluida
yo, nos limpiamos la cara con disimulo. Abraham Rumsfeld vuelve a salir al
escenario y vuelve a hablar:
-
Y
ahora, os iré llamando uno por uno por orden alfabético para que subáis al escenario
a recoger los diplomas.
Abraham empieza a llamar a todos por orden de lista. La
primera es Jill Blackstone, que sonríe mientras le aplauden cuando recoge su
diploma. Le siguen Hector Brown, Blondie Fox, Ben Collins, Katy Colum y David
Flint. Cuando sube Charlie al escenario, veo cómo Fred y Carter le vitorean
desde el fondo de la sala.
Luego van Peter MacDonald, Jerry (al que Rosie aplaude
entusiasmada), Chase Matthews, Johnny (mi madre y Joe se levantan para
aplaudirle y vitorear), Yuki Onari, Julian Parker, Alan Perkins, Kayla
Phillips, Penny (veo como sus padres la aplauden desde el fondo) y Kelly
Preston.
A medida que iban subiendo, todos le daban la mano al
director, pero cuando sube Kevin, sus dos padres lo abrazan mientras la sala
estalla en aplausos. Después va Chris, y cuando sube veo como un grupo enorme
de personas se levanta a aplaudirle, entre los cuales están sus padres y una
prole de gente rubia. Las siguientes en subir son Alice Stevens, las gemelas
Stuart, Greg Tate, y Nat. Todos aplaudimos cuando ella sube al escenario y hace
una ligera reverencia al público con el diploma en la mano.
La última en subir soy yo. Le doy la mano al director
Rumsfeld y sonrío cuando Allie me da el diploma. Me giro y veo a mis padres,
Greta, Joe, y mi abuela aplaudiendo como locos. Una vez que todo estamos
subidos al escenario, tiramos nuestros birretes al aire mientras todo el mundo
aplaude y suena el himno del internado.
Cuando acabamos, nos llevan fuera del edificio hacia una
carpa instalada para la ocasión en el campus. Busco con la mirada a mi madre, y
la localizo junto con Joe y mi padre.
Cuando me ve, mi madre corre hacia mí y me abraza unos
cuantos minutos.
-
Cariño,
muchísimas felicidades por tu graduación. Estás preciosa – me dice mientras me
acaricia la mejilla.
-
Tú
si que estás preciosa mamá – le digo convencida. Mi madre está radiante en su
ya quinto mes de embarazo, con una pequeña barriga ya formada. - ¿Qué tal te
encuentras?
-
Bien
cariño, pero no quiero que hablemos de mí. Hoy es tu día. Y el de Johnny, claro
está – añade ella cuando Joe la mira divertido.
-
Felicidades
Lena. Te mereces todas las felicitaciones del mundo. Una matrícula de honor
como promedio final es algo de lo que alegrarse. – dice él abrazándome.
Mi padre llega en ese momento y me abraza.
-
Felicidades
preciosa. Un gran promedio para una gran hija. – dice mientras me abraza.
-
Gracias
papá – le digo sinceramente. Lo de haber conseguido la matrícula de honor tiene
una explicación que le daré más adelante.
-
¡Lenita
mía! – dice mi abuela interrumpiendo. – Estás preciosa. Ha sido una ceremonia
preciosa. Aún recuerdo la graduación de tu madre, que también fue maravillosa.
Pero la tuya es mejor – me guiña un ojo con una sonrisa cómplice – Y ese
birrete te queda estupendo.
-
Tu
abuela tiene razón mädchen, estás preciosa – me dice Greta abrazándome.
-
Muchas
gracias Greta – le digo devolviéndole el abrazo. – No tenía ni idea de que
ibais a venir a la graduación.
-
Mädchen,
no nos perderíamos tu graduación por nada del mundo. ¿Verdad que no, Michelle?
-
Por
supuesto. Lily nos llamó y nos pidió que no te contásemos nada para que fuese
una sorpresa. – añade mi abuela.
-
Lena,
han venido unas personas que quieren verte – interrumpe sonriendo mi padre en
ese momento.
Me giro con la suficiente rapidez como para ver a dos rubias
muy conocidas sonriendo de oreja a oreja.
-
¡Tía
Abbie! ¡Tía Erin! – exclamo mientras corro a abrazarlas.
Hacía casi un año que no veía ni a Abigail ni a Erin, las
hermanas pequeñas de mi padre. La última vez que las vi fue cuando me fui de
Nueva York para reunirme con mi madre en los Ángeles, el verano anterior a mi
entrada en el internado.
Abigail y Erin siguen igual que siempre. Abbie tiene
cincuenta y cuatro años, es rubia y alta, tiene los ojos grises y es
arquitecta, como mi padre. Erin tiene cincuenta años, es también rubia y con
ojos verdes como los míos. Es la única de la familia que no es arquitecta, sino
que es organizadora de eventos. Ambas se parecen mucho a mi padre y son
encantadoras.
-
Helena
Williams. – dice Abbie sonriendo – Desde que no te veo te has convertido en
toda una mujer.
-
En
una mujer guapísima, diría yo – añade Erin con una sonrisa. – Estás preciosa
cariño.
-
Me
he llevado toda una sorpresa. Esto sí que no me lo esperaba. – les digo
mientras las vuelvo a abrazar.
-
Cariño,
no íbamos a perdernos esto. Ya no pudimos verte en Navidades y fue una pena.
Así que hablamos con tu padre y hemos venido con él para darte una sorpresa. –
empieza a contarme Abbie.
-
Y
te hemos traído un regalo de graduación – termina Erin.
-
Erin,
Abbie, no hacía falta que me regalaseis nada. Con veros aquí ya es suficiente.
-
De
hecho, Lena, no te hemos comprado nada.
-
Cariño,
las tías te han traído el mejor regalo que podrías querer. – dice mi madre con
una gran sonrisa – Gírate.
Me giro y en cuanto lo hago, empiezo a llorar de la emoción.
Mis primos mayores, Ethan y Derek, se acercan para abrazarme mientras yo les
devuelvo el abrazo y sigo llorando como una niña pequeña. Esto sí que no me lo
esperaba para nada.
-
Ey
Lena, no llores cariño. Que se te corre todo el rímel y luego nos echas la
culpa a nosotros – empieza a bromear Ethan, con lo que me río.
-
Sois
idiotas. Mirad como me he puesto por vuestra culpa – les digo riendo y
limpiándome las lágrimas con un pañuelo que me tiende Derek. – Y también sois
unos mentirosos. La semana pasada me dijisteis que no podíais venir.
-
La
tía Lil nos llamó para que viniésemos y nos pidió que no te contásemos nada
para que fuese una sorpresa.
-
¿Crees
que nos perderíamos esto? – exclama Derek. – Aunque estés con el enemigo.
Río con la bromita de la rivalidad de mi antiguo colegio y el
internado.
-
Reconoce
que nuestras graduaciones son más bonitas. – le digo.
-
Vale,
puede que en eso tengas razón. Pero eso no quita que estemos en territorio
enemigo. Y por cierto pequeña, estás preciosa. – dice Ethan.
Ethan es aún más alto de lo que yo recordaba. Debe de medir
más de 1,90, es rubio, tiene unos ojos azules preciosos y es guapísimo. Tiene
21 años, está estudiando dirección de empresas y economía en Yale, y es de los
primeros de su curso. Siempre ha sido educado, correcto, responsable, cordial, un
estudiante de matrícula de honor, un jugador de fútbol prometedor y un novio
perfecto para Betty, la chica con la que lleva cuatro años y que, con toda
probabilidad, se convertirá en la futura señora Manson.
-
¿Y
yo qué? ¿Acaso no lo estoy? – dice Derek haciéndose el ofendido.
-
Dek,
ese traje te hace gordo. – bromea Ethan.
-
En
el fondo tienes envidia de mi belleza y mi cuerpo de surfero – dice Dek con una
sonrisita de suficiencia.
Ethan y yo nos miramos con resignación y reímos. Derek
siempre ha sido así. Mientras que su primo Ethan siempre ha sido muy humilde
con su aspecto, Derek Duquette siempre se anda pavoneando de su sex appeal.
Derek siempre ha sido muy guapo, y él lo sabe, por eso no duda en utilizar eso
para ligar con cualquier chica que se le cruce por delante. Derek es más bajo
que Ethan, aunque también es rubio y de ojos claros, aunque los suyos son
verdes como los míos. Derek tiene 19 años, está estudiando arquitectura en Yale
(aunque no con tan buen promedio como el de Ethan) y se dedica a surfear en sus
ratos libres. Aunque sea muy egocéntrico y esté enamorado de sí mismo, es buen
chico y me adora. Tiene un sentido del humor genial y nunca te aburres con él.
Lo considero mi primo favorito porque, aunque adore a Ethan, respeta demasiado
las normas, cosa que Derek no hace.
-
Volviendo
al tema Leni – empieza a decir Ethan interrumpiendo a Dek – estás preciosa y
tienes un futuro excelente asegurado. ¿Has decidido ya lo que vas a hacer?
-
¿Me
guardáis un secreto? – les digo llevándolos aparte para que nadie de mi familia
nos oiga.
-
No
me digas que has decidido ser stripper – suelta Derek con una carcajada.
-
¡Claro
que no bruto! – le digo mientras le doy una colleja – No pienso pasarme el
resto de mi vida bailando en una barra.
-
Piensa
que tampoco lo harías toda tu vida. En cuanto empezaras a envejecer te despedirían.
– completa él
Suelto un suspiro de resignación, con lo que Ethan se ríe.
-
Volviendo
la conversación de adultos, ya sé lo que voy a estudiar.
-
¿Bellas
artes, quizás? – pregunta Dek poniéndose serio.
-
Arquitectura.
Los dos ponen una cara de asombro. No se lo esperaban.
-
¿Y
se lo has dicho a tu padre? – pregunta Ethan todavía asombrado.
-
Todavía
no. Pero se lo diré en cuanto vuelva a la ciudad con él, antes de marcharme a
Los Ángeles.
-
¿Y
cómo es que has decidido estudiar eso? Pensé que tu padre nos iba a esclavizar
para que mantuviéramos a su princesita y que ella no tuviese que mover ni un
dedo.
-
Ya
sé que mi padre no quiere que estudie Arquitectura. Pero en un futuro me
convertiré en la dueña de Industrias Williams, y no quiero que otros, aunque
seáis vosotros, la controlen por mí. Quiero aprender todo lo que pueda sobre
arquitectura y sobre cómo dirigir una empresa. Y quiero que vosotros me ayudéis
a convencer a mi padre de que puedo con esto.
Ethan y Derek se lo piensan unos segundos antes de responder.
-
Lena,
sabes que haríamos cualquier cosa por ti. – empieza a decir Ethan.
-
No
vamos a dejarte tirada en esto. Tienes nuestro apoyo.
Corro a abrazarlos a los dos por su apoyo. Si ellos me
apoyan, no tengo miedo de hablar con mi padre.
Oigo un carraspeo detrás de mí, y cuando me giro veo a Chris
mirándonos con cara rara. Se le nota que está celoso a leguas. Me acerco hasta
él y le beso.
-
Cariño
– le digo cogiéndole de la mano – Ven, quiero presentarte a dos personas muy
especiales para mí.
-
Lena,
no me digas que son dos ex novios. – me responde Chris preocupado.
Suelto una carcajada y le aclaro rápidamente la situación.
-
Son
mis primos, tonto.
Chris me sonríe aliviado, aunque se le borra la sonrisa en
cuanto ve las miradas que le dedican tanto Ethan como Derek.
-
Así
que tú eres el novio de Lena… – empieza a decir lentamente Ethan.
-
Christopher
Schoomaker. Encantado de conoceros, aunque Lena nunca me ha hablado de
vosotros. – les dice tendiéndoles una mano y sonriendo nervioso.
-
¿Es
cierto eso, Lena? ¿No has tenido la decencia de hablarle de tus maravillosos
primos a este rubiales? – pregunta Derek haciéndose el indignado.
Lo miro mal. Los tres son rubios, así que no puede utilizar
lo de ser rubio como algo despectivo.
-
Dek,
si os hubiese hablado de Chris, os habríais presentado en segundos en el
internado para hacer el papel de primos sobreprotectores, y eso no era algo que
deseara ver.
-
Leni,
eres nuestra prima pequeña, nuestra misión es protegerte de todo maleante que
quiere aprovecharse de ti. – me responde él.
Ethan asiente y Chris se ríe. Ruedo los ojos y suelto un
suspiro de resignación.
-
Chicos,
madurad, Chris no tiene intenciones de aprovecharse de mí. ¿Verdad que no,
Christopher?
-
Por
supuesto que no – dice él convencido.
-
Y
ahora es cuando sueltas el discursito de que vas a respetarla hasta el
matrimonio y todas esas chorradas.
Los dos enrojecemos al instante, provocando que Ethan y Derek
se den con la mano en la frente.
-
No
tenéis opinión en este asunto. Ninguna. Así que ahorraos los comentarios de
llegar pura al matrimonio y todo eso. Porque ninguno de vosotros lo ha
respetado y yo no he dicho nada. Y ahora, ¿os vais a comportar como adultos de
una vez?
-
De
acuerdo – dicen Ethan y Dek a la vez.
-
Bien,
pues yo necesito una copa. Urgentemente. – digo mirando alrededor para intentar
localizar la mesa de las bebidas.
-
Voy
a buscártela. – añade Chris rápidamente. Es evidente que quiere salir enseguida
de ahí.
-
No
Christopher, quédate un momento con nosotros. Queremos comentarte unas
cosillas. – le pide Ethan en un tono normal, aunque sé que tiene un matiz
amenazante.
Chris me mira con ojos suplicantes y yo río.
-
Prometedme
que no le haréis nada ilegal.
-
Prometido
– dice Derek haciendo juramento de meñique.
Salgo de allí y voy a la mesa lo más alejada posible de
ellos. Es obvio que tanto Ethan como Dek le van a soltar a Chris el discurso de
primo sobreprotector, y prefiero dejarles intimidad.
Cojo una copa de champagne de una mesa y la bebo lentamente
en silencio. Dios, cómo la necesitaba.
-
Si
quieres te invito a otra – dice un rubio que está a mi lado.
Me giro para mirarle y veo que tiene veintipocos años, el
pelo rubio casi al cero como Justin Timberlake, y lleva camisa y vaqueros. Es
guapo y, extrañamente, me recuerda a alguien, pero no logro identificar a
quién.
-
Creo
que con una ya es suficiente. Pero gracias.
-
De
nada. Y por cierto, déjame decirte que no sé qué hace una chica tan bonita como
tú sola.
-
¿Y
tú te llamas? – le pregunto curiosa. No todos los días te piropea un chico
guapo.
-
Paul.
Paul Schoomaker. Y tú eres Helena Williams, la novia de mi primo.
-
Me
parece algo extraño que tú sepas quien soy y yo no sepa quién eres.
-
Es
obvio que Christopher no te ha hablado de mí. Es natural sabiendo que no nos
llevamos demasiado bien.
-
Ahora
entiendo por qué no me ha hablado de ti.
-
Soy
su primo mayor, el modelo de chico que desearía ser Christopher, pero al que no
puede aspirar.
-
No
te sigo.
-
Es
simple. Chris quiere parecerse a mí, pero no puede. Soy mejor que él en muchos
aspectos. Y por eso no entiendo qué hace una chica como tú con alguien cómo el.
Esto ya es demasiado, no quiero seguir oyendo cómo insulta a
Chris.
-
Paul,
creo que te has pasado, así que si no te importa, me voy. Creo que tengo
mejores cosas que hacer que perder el tiempo contigo. Sobre todo teniendo al
novio tan maravilloso que tengo.
-
Pierdes
el tiempo Lena. Tarde o temprano se cansará de ti, como lo hizo de las otras. Y
cuando pase eso, estaré disponible para ti.
Paul me sonríe pero yo no le devuelvo la sonrisa. Me marcho
de allí deseando no volver a verlo en mi vida.
Encuentro a Chris cuando vuelvo a la mesa donde está mi
familia, pero está hablando con mi padre. Mi padre, al verme, me hace señas con
la mano para que me acerque.
-
Lena,
Lena, Lena. No me habías dicho que tenías novio, cariño.
-
Se
me olvidó comentarte ese pequeño detalle, papá.
-
Tu
madre me dijo hace unos meses que estabas saliendo con un chico, pero no que la
cosa fuera tan seria.
-
Vamos
papá, seguro que no es para tanto.
-
Menos
mal que tus primos me lo han dicho. Si llega a ser por ti, me entero el día de
la boda.
Malditos Ethan y Derek. Esta me la van a pagar, eso está
claro.
-
Por
suerte para ti, pequeña, tu novio está a la altura de las circunstancias y está
demostrando ser un perfecto caballero. Es un Schoomaker, al fin y al cabo.
-
¿Me
estás dando tu bendición, papá?
-
Digamos
que sí. Pero más te vale cuidarla, chaval, porque si no te enfrentarás a las
consecuencias.
-
Lo
haré señor, la cuidaré.
Mi padre sonríe y se aleja con mis
tías. Chris me sonríe:
-
Creo
que ha ido bien – dice él.
-
Algún
día tenía que pasar. Me alegro de que le hayas caído bien a mi padre.
-
No
ha sido difícil. A los dos nos encanta el fútbol, así que era fácil sacarle el
tema de conversación.
Sonrío y le beso.
-
Te
quiero. Más de lo que haya querido a alguien nunca.
-
Entonces,
¿harías algo por mí?
-
Por
supuesto.
-
Mi
padre quiere conocerte.
-
Entonces
vayamos a conocerle.
Chris me coge de la mano y me guía a una mesa cerca de la de
mi familia. Veo cómo Beth Schoomaker sonríe cuando nos ve a los dos.
-
¡Pero
qué guapos estáis los dos! Dejad que os saque una foto juntos. Esto hay que
recordarlo.
-
Mamá,
no seas pesada. Llevas sacando fotos desde hace una hora.
-
Por
dios Christopher, no seas quisquilloso. Sólo será una foto. Así que ponte ahí y
sonríe.
Nos juntamos un poco más y sonreímos a la cámara. Beth
asiente mientras mira cómo ha quedado la foto.
-
Guapísimos.
Ha quedado preciosa.
-
¿Otra
vez con la cámara, Betty? – dice un hombre de cuarenta y tantos con un
asombroso parecido a Chris.
-
No
me culpes Charles. Es la graduación de mi hijo.
-
De
acuerdo Betty, te dejo con tu cámara. – le dice dándole un beso.
De repente se fija en mí y sonríe.
-
Y
supongo que tú debes de ser la famosa Lena de la que tanto habla Christopher.
-
Helena
Williams, encantada.
-
Soy
Charles Schoomaker, el padre de tu novio. Chris tiene razón, eres incluso más
guapa en persona que en fotos.
-
Gracias
señor – le digo mientras me sonrojo.
-
Por
favor, llámame Charles. Si eres la novia de Chris, entonces nos tutearemos.
-
De
acuerdo Charles – le digo mientras sonrío.
-
Venga
Charles, ya la has conocido, así que déjame que les siga sacando fotos. Voy a
hacer un álbum de la graduación.
-
Por
favor mamá, no sigas con este suplicio.
-
Vamos
chicos, aún tenemos que haceros fotos con el resto de vuestros amigos.
Chris suspira de resignación y yo suelto una carcajada. Al
poco tiempo ya estamos sacándonos fotos con el resto de la pandilla, todos con
los birretes puestos. Después, comienzo a sacarme fotos con toda mi familia.
Los echaba de menos, mucho de menos. Pero me alegro de que hayan venido todos aquí
hoy. Por primera vez en mucho tiempo, soy completamente feliz.
***
Chris P.O.V
-
Y
dime, ¿has sido duros contigo? – le pregunta Johnny mientras paseamos por los
terrenos un rato después, fuera de la carpa.
-
Digamos
que me cortarán los huevos si le hago daño a su querida prima. Pero por lo
demás, todo bien.
-
Entonces
no hay nada de lo que preocuparse. Es normal que quieran amenazarte un poco.
Fred lo hizo conmigo cuando se enteró de que estaba saliendo con Charlie.
Aunque lo normal es que esa charla te la diera su padre.
-
De
hecho, me la ha dado, pero Albert Williams ha sido bastante más ligero. No me
ha amenazado con cortarme los huevos, así que vamos por buen camino.
-
Te
ha dado fuerte con Lena, hermano.
Sonrío con su comentario.
-
¿Y
tú con Charlie qué? No me digas que no te ha dado fuerte.
-
Es
distinto Chris. Piensa que conozco a Charlie desde hace años. Ha sido algo
lento, que se ha ido formando poco a poco. Pero lo tuyo ha sido de repente. Has
pasado de querer estar con todas las tías a querer estar con sólo una.
-
Tío,
cuando la encuentras, no la dejas escapar ni de coña. Lena es… es única. Con
ella me ocurre lo mismo que con vosotros, puedo ser yo mismo. No tengo que ser
el pijo creído niño de papá que se cree el rey del internado.
-
Te
has definido perfectamente.
Le doy un puñetazo suave en el estómago a Johnny, que hace
que se queja del dolor. Pero debo darle la razón a Johnny. Yo era así antes,
pero desde que ha llegado ella… todo es distinto. Y me gusta.
-
La
echaré de menos cuando esté en Harvard… – le digo a Johnny después de un rato.
Johnny se queda pensativo y me mira con preocupación
-
¿Estás
pensando en dejar a Lena? – me pregunta – Sé que eres mi mejor amigo, pero ella
es mi hermanastra. Me preocupa.
No te preocupes por eso Johnny. – le digo mientras palpo la cajita que está
en mi bolsillo – Todo lo contrario. Voy a pedirle que se case conmigo.
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