sábado, 29 de octubre de 2011

Capítulo 15: A esquiar se ha dicho

Charlie y yo estábamos en nuestra habitación, mientras sonaba de fondo “21”, el CD de Adele. Charlie miraba su correo en el portátil mientras yo ojeaba el nuevo número de “Be Famous”. Y de repente, la puerta se abrió y apareció Nat por ella.

- ¿Y esa sonrisita Nat? – le pregunté interesada. – ¿Acaso alguien que yo me sé se ha declarado al fin? – le dije con sorna.

- Nada de eso querida amiga. No ha pasado nada desde el cumpleaños de Johnny.

- Si es que al parecer pasó de todo en esa fiesta, ¿no, Lena? – preguntó Charlie con ironía.

Nat y yo la miramos mal al mismo tiempo, y Nat decidió continuar omitiendo las risas de Charlie.

- A lo que iba, dentro de cinco días nos vamos de excursión – anunció ella con una sonrisa.

Charlie pegó un chillido de alegría y yo las miré sin comprender nada.

- Nat, ¿a qué excursión te refieres? – le pregunté para intentar aclararme algo.

- Aspen querida amiga. – respondió con una sonrisa satisfecha.

- ¿Aspen? ¿Vamos a esquiar? – pregunté.

- Claro. Vamos todos los años. Es una tradición. – dijo Charlie.

- Pensé que, conocida la fama del internado, iríamos a Europa, a los Alpes. – le contesté.

- Hace muchos años sí, pero ahora somos demasiados para ir a Europa, así que vamos a Aspen, que queda más cerca. – me explicó Nat.

- No creáis que me apetece mucho ir a Aspen. Me apetece ver más a mi madre en Los Ángeles, o incluso ir a Nueva York a ver a mi padre. – dije.

- Lena, lo pasaremos genial. Piénsalo: mañanas de sky, tardes de shopping por Galena Street, tazas de chocolate caliente con nubecitas, charlas junto a la chimenea…

- Resfriados, gripes invernales, un frío espantoso…

- ¡Pero si eso es lo divertido de ir a Aspen! Seguramente al final cogeremos un pequeño resfriado, pero lo pasaremos genial.

- Hum, no sé… – dije yo, todavía dudando.

- Venga Lena, anímate, será divertido. – añadió Nat.

- ¿Qué es lo que será divertido? – preguntó Johnny apareciendo por la puerta de repente.

- ¿Hola? ¿Qué hay de llamar a la puerta? Charlie, tendrás que enseñarle modales a tu novio. – añadió mientras cogía la revista y se sentaba con las piernas cruzadas encima de su cama.

- La excursión a Aspen. – contestó Charlie haciendo caso omiso de Nat.

- Sobre todo si voy yo – dijo Schoomaker apareciendo de repente.

- Lo dicho, aquí nadie llama a la puerta – añadió Nat con resignación, hojeando las páginas de moda.

Miré mal a Schoomaker, mientras me situaba al lado de Nat para cotillear las últimas tendencias.

- Schoomaker, ¿no te cansas de ser tan idiota? – le pregunté.

- Mira Lena, reconócelo, estamos hechos el uno para el otro. – dijo sentándose a mi lado y apoderándose de la revista. – ¿Por qué Jessica Alba va tan horrible?

- Es demasiado guapa como para ponerse ese vestido. – añadió Nat, sumándose a la conversación – La hace gorda.

- Schoomaker, no metas a Jessica Alba en nuestra conversación. ¿Podrías continuar con lo que estabas diciendo?

- A lo que iba, lo único que tienes que hacer es dejar a ese novio tuyo tan idiota y punto.

- ¿Y por qué debería hacer eso?

- Porque Valley es idiota. Patea el balón como una chica. – añadió él, ganándose una colleja de Nat. - ¡Eh! ¡Eso duele! – se quejó.

- Hablando de novios idiotas, ¿dónde has dejado a Blondie Fox? – le dije.

- Estará maquillándose, o peinándose… - dijo Nat

- O acosando al resto del sector masculino del internado… - completó Charlie.

- Ya vale, ¿no? – preguntó Christopher. – ¿No tenéis nada mejor que hacer que hablar mal de Barbara?

- Hojear el “Be Famous”, pero nos lo has quitado – dije, apoderándome de nuevo de la revista y buscando la página que leía.

- Iré a buscarla, pero cuando termine con ella, volveré a por ti – contestó sonriendo.

- Lo dudo mucho Schoomaker, lo dudo mucho. – añadí.

***

Una semana después, me encontraba en mi habitación en el Molly Gibson Lodge Hotel, un encantador hotel situado en el corazón de Aspen, terminando de hacer la maleta para que mañana pudiéramos volver al internado.

Estaba sola, ya que las chicas habían decidido ir a ver un partido de hockey sobre hielo, cosa que a mí no me apetecía demasiado.

Mientras doblaba mis jerséis, reflexionaba sobre los últimos acontecimientos que habían ocurrido durante toda esa semana. Durante los últimos días, Schoomaker no había dejado de intentar ligar conmigo. En el desayuno, en la comida, en la cena, en las tardes de compras, en las pistas, en los salones del hotel para tomar algo… Agotador.

El hecho de que me acosara se debía a una razón muy simple: Christian no había venido a la excursión. Y eso había sido porque Chris, que en un principio iba a venir a la excursión, había recibido una llamada del entrenador de fútbol americano de St. Jude para dar un curso durante esa semana. Y Christian, que le tenía demasiado cariño al entrenador, no pudo negarse.

Y por eso yo no le había insistido para que viniera. Pese a que estuvo a punto de cancelar todo para acompañarme a esquiar, le dije que volviera a Nueva York y se lo pasara genial en mi ausencia.

Por eso Christopher me acosaba. Durante toda la semana había podido soportarlo, pese a causarme más de un dolor de cabeza. Pero lo peor había sido el día anterior, con el encontronazo que habíamos tenido.

Ese día él se había superado. Durante el desayuno, empezó el acoso:

- ¿Tortitas, Williams? – preguntó él apareciendo de repente.

- ¡Ah! ¡Me has asustado! – le grité.

- Lena, tampoco hacía falta ponerse así… Te preguntaba si querías tortitas.

- ¡No quiero tortitas! ¡Ignórame Schoomaker!

- De acuerdo, de acuerdo.

Luego, de camino a las pistas, estaba con Nat, y estábamos esperando turno para el telesilla. Cuando llegó, yo me monté rápidamente, pero en lugar de Nat, quien se sentó a mi lado fue Schoomaker.

- ¡TÚ! ¿QUÉ HACES AQUÍ?

- Tranquilízate Lena. A ti la nieve te sienta fatal, ¿no?

- ¿CÓMO QUIERES QUE ME TRANQUILICE SI TÚ NO ERES NAT?

- Nat se ha quedado abajo con Jerry esperando el siguiente asiento.

- ¿Me estás acosando?

- ¡Claro que no!

- ¿Entonces por qué me persigues cada segundo del día?

- No te persigo, vigilo que no te pase nada, no me fío de tu sentido del equilibrio.

- Olvídame, ¿quieres? – le dije, desapareciendo de allí para ir en busca de Nat.

Unas cuantas horas después de la comida, cuando quedaba un rato para volver al hotel, me encontraba en las pistas, donde me había quedado sola unos instantes, ya que Nat había desaparecido misteriosamente y Charlie había desaparecido con Johnny hacía una media hora.

Y mientras intentaba meterme en la pista para hacer la última bajada, apareció Christopher.

- Hola Lena – dijo asustándome.

- ¡Ah! ¿Por qué siempre tienes que aparecer de repente? ¿Acaso me estás siguiendo?

- ¿Yo? – preguntó, haciéndose el sorprendido.

- Perdona, me llevas acosando durante los últimos 3 días. Y tengo novio, aunque esté de vacaciones en Nueva York.

- No creo que importe el hecho de que tengas novio. – dijo, mientras se acercaba hacia mí. – Además, como tú misma has dicho, está en Nueva York, y eso está muy lejos de aquí.

- Schoomaker, aléjate. Voy a esquiar tranquilamente sin ti.

Y claro. Está mi malísima suerte presente, que hizo que tropezara con uno de mis skies y me cayera en la nieve.

- ¡Ay! – dije, agarrándome el tobillo.

- Lena, ¿estás bien? – me preguntó con cara de preocupación.

- ¿Crees que estoy bien? – repuse con ironía.

Vale, me dolía el tobillo. Bastante además. Y el idiota de Schoomaker preguntándome que si estaba bien. Si es que estaba ganando puntos para una bofetada.

- ¿Puedo hacer algo por ti?

- ¡Largarte!

- Lena, ¿de verdad estás bien?

- No, solamente me acabo de torcer el tobillo – repuse con ironía.

- ¿Te das cuenta de que tienes un genio malísimo?

Le miré muy mal. Ya había conseguido cien puntos más para la bofetada que tenía tantas ganas de darle.

- Te llevaré de vuelta al hotel – dijo mientras me cogía en brazos.

- ¡Christopher! ¡Suéltame! – le grité, intentando bajarme.

- No podrás volver andando al hotel. Da gracias a que te llevo yo.

- Preferiría quedarme en la nieve. – respondí con resignación.

Vale, lo reconozco, me encantaba que Schoomaker me llevara en brazos. Me encantaba y mucho. Mientras pensaba en lo bien que se estaba en brazos de Schoomaker, vi que el resto de mis amigos se quedaban mirándonos, pero que no se acercaban a nosotros para dejarnos intimidad.

Al rato, llegamos al hotel. Él me subió hasta mi habitación, y al llegar allí, cerró bien la puerta y me tumbó en la cama.

- ¿Qué crees que estás haciendo Chris? – le pregunté mientras se tumbaba a mi lado, quitándose en anorak.

- Me quito el abrigo, como puedes ver. Y ahora te quito el tuyo – dijo mientras me bajaba la cremallera del anorak, dejándome con el jersey.

- ¿Y se puede saber por qué sigues en mi cama?

- ¿Prefieres que me ponga encima de ti? Ya sabes, así hacemos un par de cositas tú y yo.

Y fue en ese momento cuando le pegué la merecida bofetada.

- ¡So bruta! ¿Te parece normal el hecho de pegarme?

- Créeme, debería habértela dado hace mucho tiempo.

- ¿Pero qué te he hecho?

- ¿Perdona? Me has estado acosando durante los últimos tres días.

- Pensé que te gustaba que te prestara atención.

- Schoomaker, tengo novio. No quiero otro novio, quiero un amigo.

Él se levantó y cogió su abrigo, dirigiéndose hacia la puerta.

- El problema, Lena, es que yo no quiero que seamos amigos. Y tú ya sabes el por qué.

Y abrió la puerta, pero antes de que se fuera le grité:

- Chris, no te vayas.

Él se quedó parado en la entrada, dudando si volver o no. Pero volvió a entrar y se tiró encima de mí:

- Esta es la primera vez en mucho tiempo que me llamas Chris. – dijo sonriendo.

- Si prefieres que te llame Schoomaker… - le respondí también con una sonrisa.

- Como si me llamas idiota siempre. Todos los insultos que me digas son música para mí.

- Eres un cursi.

- ¡Qué va! Me encanta que me insultes porque eso significa que estás pensando en mí.

- Sigues siendo u cursi.

- ¿Un cursi? ¿Yo, un cursi?

Me empezó a hacer cosquillas, y yo no podía parar de reírme. Luego, se separó y me cogió con cuidado el tobillo lesionado.

- ¿Te duele mucho?

- Sólo un poco. – le dije incorporándome a medias.

Y me dio un beso en el tobillo. Y siguió subiendo por la pierna, y al llegar allí, me besó en los labios. Sin darme cuenta le correspondí. Al fin y al cabo, yo también lo deseaba.

Ambos estábamos abrazados, yo con las manos en su cuello y él con la manos en mi cintura. En esos momentos, ni yo me acordaba de Christian ni él de Blondie Fox, si es que alguna vez se había acordado de ella.

Fuimos subiendo la intensidad del beso al mismo tiempo que él comenzaba a meter una de sus manos por debajo de mi jersey. Y fue ahí cuando me di cuenta de que teníamos que parar aquello, ya que si continuábamos, íbamos a arrepentirnos.

- Chris…

- ¿Sí Lena?

- Para por favor.

- En realidad no quieres que pare.

- Si sigues, no opondré resistencia, pero no quiero seguir.

Él se apartó con pesar y recogió su abrigo del suelo.

- En ese caso, mejor que vaya a buscar un médico, si te parece mejor.

- Mejor – le respondí.

- Te traeré un chocolate caliente cuando vuelva.

Y se fue de la habitación.

Por una parte, me alegraba de que se marchara, ya que había conseguido serle fiel a Christian. Pero por la otra, hubiera deseado que él siguiera, olvidando a Christian y poder quedarme junto con Chris para siempre. Pero sabía que si empezaba con Chris, la relación no llevaría a ninguna parte.

Nat apareció antes de que me entraran demasiados remordimientos por lo que acababa de hacer con Christopher. Tenía las mejillas sonrosadas y una sonrisa enorme.

- ¿Qué tal la tarde?

- Fue perfecta, pero creo que la tuya fue aún mejor, ¿me equivoco?

- Podría haber sido perfecta, pero no lo fue.

- Explícate.

Antes de que pudiera hablar, Charlie y Penny entraron en la habitación, ambas llevaban tazas con chocolate caliente en las manos.

- Lena, nos hemos encontrado a Chris en el camino, y nos ha dado esto para ti – dijo Charlie mientras me pasaba una taza que estaba recubierta de caramelo líquido.

- Y para que Chris no quiera verte, tuvo que pasar algo. – terminó Penny.

- Es largo de contar – dije.

- Tenemos tiempo y chocolate caliente. Dispara.

Y les conté todo, desde el partido de fútbol y mi conversación con Nat, lo que había pasado en la fiesta de Johnny y lo que había pasado hoy. Al terminar, se produjo un silencio, que rompió Charlie:

- Hay algo de todo esto que está clarísimo.

- Chris está enamorado de ti… – continuó Penny.

- Y tú de él… – terminó Nat.

- Pero cada uno tiene sus respectivos novios. – repuse yo.

- Como si eso le hubiera importado alguna vez a Christopher… - añadió Charlie.

- Mira Lena, tú vas a acabar con Chris. Los dos sois muy parecidos, y algún día estaréis juntos, porque está en vuestra naturaleza.

- Además, tú nunca serás feliz con alguien mientras Chris exista en el mundo, ni Chris lo estará mientras tú existas. – terminó Penny, llena de razón.

- Es todo demasiado complicado. Yo estoy bien así, y aunque quiera a Chris, es mejor que esté sin él.

Las chicas me miraron, dudando de mis palabras. Pero yo me había propuesto serle fiel a Christian, y si me lo había propuesto, lo cumpliría.

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