Johnny P.O.V
Estaba enfadado con mi mejor amigo. Chris se había comportado como un capullo con Lena. Y eso que Lena no era como las otras novias de Chris. Era muy inteligente, y amable, y buena, y supongo que todas las cualidades que tienen las chicas perfectas. Además de guapa. Lena era muy guapa. Era algo normal que todos los chicos de este internado nos hubiéramos fijado en ella cuando llegó. Y fue muy normal que Chris la incluyera en su lista de futuras conquistas, pese a lo de la pelea de comida, el castigo, etc.
Pero a pesar de todo eso, Lena era ahora mi mejor amiga, y mi casi hermanastra, ya que confiaba en que nuestros padres se casaran. Y por eso estaba con ella el día que se enteró de que Chris estaba a dos bandas. Lena se había pasado todo el día llorando, y al día siguiente cuando la volví a ver para llevarla a dar una vuelta por Rodeo Drive, ya no estaba tan triste. Sólo un poco tristona, pero conseguí alegrarla contándole mis famosos chistes malos. No entiendo por qué, pero todas las chicas tristes consiguen alegrarse cuando les cuentas un chiste malo, por muy malo que sea.
Al llegar al internado, Chris percibió mi estado de ánimo, y no le daba importancia al hecho de que se había vuelto a acostar con Blondie Fox (muchas veces esa noche, según él). Pero yo seguía enfadado con él. Y se lo dije cuando estábamos calentando en el entrenamiento de fútbol americano, al día siguiente de volver:
- Chris, me has decepcionado. Pensé que eras más caballero.
- Johnny, me conoces demasiado bien para saber que no soy un caballero. Puede que un poco sí, pero no lo suficiente.
Pitido de silbato. Ahora tocaban flexiones.
- De todas maneras, podrías haberle dicho a Lena que no te interesaba. Me habrías ahorrado cuatro cajas de pañuelos y un dolor de cabeza.
- Lena me sigue interesando. – confesó mientras volvía a levantarse, para luego volver a bajar.
- ¿QUÉ?
- Lo que oyes Morrison.
- ¿Entonces por qué te has acostado con Blondie Fox?
- Sequía, amigo mío, sequía. Tanto coquetear con Lena para nada.
- Lena no es una chica de una noche.
- Lo sé. ¿Te crees que me habría peleado con alguien sólo por una chica de una noche? Lo de Barbie fue casi de casualidad, ni yo mismo me lo esperaba. Estaba en el pub de David, ya sabes, el pub al que te arrastro cada vez que vienes a Washington.
- Sí, sé cuál es. No entiendo cómo puede gustarte un antro como ese.
- Los antros tienen un encanto especial que nadie sabe ver. A lo que iba, que me la encontré, y yo ya llevaba unas copas de más, y me convenció para ir a una discoteca que quedaba cerca del Hilton, que era donde se hospedaba. Y el resto de la historia ya lo sabes. Fionna Catchpole lo ha publicado. La foto la sacó una de las lacayas de Barbie, y se la mandó a Fionna.
- A Lena le has hecho daño.
- ¿Por qué? Si ni siquiera estábamos juntos.
- Hay algo llamado “no jugar con los sentimientos de las chicas”.
- Desde que estás con Charlie estás más sensible que nunca… ¿Qué día te viene la regla, Joanna?
Hice como que le iba a pegar un puñetazo, y él salió corriendo, y yo detrás de él. Nos empezamos a pelear de broma, y al final acabamos riéndonos, como siempre hacíamos cada vez que nos peleábamos.
El entrenador Krauss dio un silbatazo, haciendo que empezáramos a correr alrededor de la pista.
- Cambiando de tema, dentro de poco jugamos contra St. Jude, antes de mi cumpleaños.
- ¿Y eso por qué?
- Este año inauguraron la temporada Carlton College de Michigan y St. Patrick’s de Seattle.
- Tienes razón, no me acordaba. Aunque estoy deseando machacar a Valley.
Lena P.O.V
Las vacaciones se fueron tan pronto como llegaron. Ese fin de semana, pese a que había estado muy triste, mi madre no me lo notó. El maquillaje ayudaba mucho. Además, fumaba cuando estaba fuera de casa, así que no hubo sospecha. Volví al internado y la semana se pasó volando al estar cargadísima de deberes. No tuve demasiado tiempo para pensar en Schoomaker. Yo lo evitaba en todo momento, aunque él no paraba de preguntarles a mis amigas por mí. Y, sin darme cuenta, llegó el sábado, y con éste, el partido de fútbol americano.
El famoso clásico de los internados estadounidenses. Antes, yo apoyaba a St. Jude, al estar en ese colegio, pero ahora que me había ido de allí, mi lealtad a ese equipo había cambiado. Nunca me había gustado demasiado ese deporte, y sólo iba a los partidos en los que St. Jude jugaba en Nueva York.
Por todas partes se notaba la emoción del fútbol, que contagiaba a todo el colegio. Sobre todo porque jugábamos contra St. Jude un partido amistoso. Y eso que era un partido amistoso. Qué decir si fuera la copa final. Ese sábado me levanté con puntualidad, desperté a las chicas y me arreglé. Cuando ellas terminaron, bajamos a desayunar.
El comedor se había decorado con el estandarte de St. Peter, de color rojo, y un montón de pancartas decoraban la pared, junto con cintas de colores. Todos estaban emocionados, y ni decir cuando iba a entrar alguien. Las chicas y yo nos sentamos en la mesa. Cuando estábamos a medio desayuno, entró el equipo vestido con el uniforme rojo.
Schoomaker iba de primero, seguido del resto del equipo. El comedor estalló en aplausos y gritos. Los once integrantes del equipo se sentaron en una mesa que habían reservado para ellos. Después de que desayunaran, Schoomaker se levantó de su mesa y se acercó junto con Johnny, Jerry y Kevin a la mesa donde estábamos nosotras. Casi me da un paro cardíaco cuando vi que Schoomaker se dirigía a mí:
- Y bien Lena, ¿vendrás a apoyarme al partido?
- No me llames Lena, Schoomaker. Además, para ti soy Williams, no lo olvides. – le dije amenazante.
- No llevas puesta la camiseta con mi número. Haré que te manden una.
- Por si no habías pillado la indirecta, me pondré una camiseta que diga “No quiero tener nada con Christopher Schoomaker”.
- Créeme Williams, en el próximo partido llevarás una camiseta con mi nombre.
- Créeme tú, Schoomaker, el próximo partido no lo podrás jugar por la patada que te voy a dar en tus partes nobles como no te largues ahora mismo.
Mientras a las chicas les entraba un ataque de risa, Schoomaker se largó de allí en compañía del resto de chicos, y pude oír a Jerry preguntarle a Johnny si yo le haría eso a Schoomaker de verdad.
Las chicas y yo terminamos de desayunar y fuimos en dirección al campo de fútbol. Al salir al exterior, me quedé paralizada al descubrir el autobús de St. Jude. Me dirigí a las chicas.
- ¿Cuándo han llegado los de St. Jude?
- Seguramente de noche, ¿por qué lo preguntas?
- Nada, me sorprendió ver el autobús, pensaba que vendrían en avión. ¿Creéis que habrá venido gente del internado?
- Siempre suelen venir algunos, normalmente las animadoras y toda la élite estudiantil.
- Ok. Vamos yendo hacia el campo que sino no encontramos sitio.
- Vamos.
Caminamos charlando alegremente hasta el campo. Todo el internado iba en esa dirección. Llegamos al campo y nos pusimos en la mitad de las gradas, cerca de la primera fila. El campo estaba lleno. La élite estudiantil del St. Jude estaba sentada en las gradas opuestas a nosotras. No eran demasiados. Distinguí a los gemelos Porter (manipuladores oficiales de St. Jude) hablando con Stephanie Gordon, una de las mayores gilipollas que he conocido en mi vida. Creo que ella y Blondie Fox serían buenas amigas si se conocieran.
El equipo de animadoras del St. Jude hacía sus coreografías mientras el equipo de animadoras de St. Peter competía contra ellas. De entre las animadoras de St. Jude, distinguí a Lina Kingston, mi ex mejor amiga que me había engañado con mi ex novio, junto con sus lacayas, Fanny y Sally, y también a Jen, que era la única persona normal de ese colegio. De nuestras animadoras, destacaba Blondie Fox, que se contoneaba a más no poder junto con Kelly Preston y Katy Colum.
Penny sacó de su bolso unas bufandas color rojo y nos las tendió para que nos las pusiésemos. Miré a mi alrededor y vi que todos llevaban unas bufandas iguales. De repente, el himno de St. Peter comenzó a sonar mientras todos nuestros jugadores entraban. La comentarista comenzaba a comentar:
- Hola a todos, queridos alumnos. Aquí Jill Blackstone para serviros. Hoy se respira un ambiente emocionante, normal es el clásico. Y sin más, ¡el equipo de St. Peter! Morrison, Mackenzie, Rumsfeld, Matthews, Flint, Brown, Wittmore, MacDonald, Jeffries, Collins, y nuestro querido capitán, ¡Christopher Schoomaker!
El estadio estalló en aplausos mientras los jugadores hacían su entrada y Chris saludaba como si fuera una estrella de cine. Creído.
- Y ahora, nuestros invitados, ¡El colegio St. Jude! Preston, Grey, Winston, Kennedy, Wilkes, Philips, Proud, York, Hobbes, Jones, y su capitán, ¡Christian Valley!
- ¡¿QUÉ?! – grité sin darme cuenta.
- ¿Qué pasa? – me preguntó Penny
- ¡Valley está aquí! – respondí.
- Claro que está aquí, es el capitán de St. Jude. ¿Qué le pasa? – preguntó Charlie.
- ¡Que es mi ex! – grité.
- ¡¿QUÉ?! – gritaron Charlie y Penny a la vez.
- ¿Cómo que tu ex? – dijo Nat.
- A ver, el curso pasado estaba saliendo con Christian, pero unas dos semanas antes de lo del divorcio de mis padres, fui a su casa. Estaba decidida a hacerlo con él por primera vez, pero lo pillé con mi ex mejor amiga y jefa de las animadoras, Lina Kingston. Es esa morena con las mechas rosas, la que se contonea igual que Blondie Fox.
- Menuda pinta de víbora que tiene. – comentó Charlie.
- Es peor en la realidad. Era mi mejor amiga desde los diez años, y se acostó con Christian.
- No puedo creerme que tu ex fuera Valley. – dijo Penny.
- Ahora lo comprendemos todo. – contestó Nat.
- Comprendemos ahora por qué te quedaste con cara de estar en otro mundo cuando te dijimos que jugábamos contra St. Jude. – la secundó Charlie.
- Parecéis el trío siniestro. – dije.
- Por lo visto sí. – contestó Penny riendo.
- Pero hay algo que no entiendo. Mira toda la élite de St. Jude. Los gemelos Porter, Stephanie Gordon, Lexie Parker, Tony Crysler… ¿Por qué si estabas saliendo con Valley, y por ello pertenecías a la élite, nunca viniste aquí? Siempre viene toda esa chusma. – preguntó Charlie.
- Sinceramente, nunca me había interesado el clásico, y prefería pasar ese fin de semana yendo de compras o haciendo otra cosa que irme a un internado perdido en el medio de la nada. Aunque fuera animadora.
- ¡¿Fuiste animadora?! No me lo puedo creer. ¿Cómo es que tú, tan inteligente y con tanta personalidad, pudiste ser animadora? – me gritó Nat.
- A ver, a mi me gustaba lo de ser animadora, y me sigue gustando, pero ya te lo he dicho, me gustaba más ir de compras, y después de dejar a Valley, dejé el equipo.
- Qué fuerte me parece todo esto…
- Pero no entiendo por qué si vosotras sois populares aquí y lo érais antes de que yo viniese al internado, ¿por qué no veníais a los partidos en Nueva York?
- Por mucho que nos guste Nueva York, odiamos viajar con las animadoras. – dijo Nat.
- Además, el tiempo que estaríamos en Nueva York no llegaba para irnos de compras una vez que acabara el partido. – la secundó Penny
- Y no entiendo por qué nunca te vieron los chicos si eras animadora. – terminó Nat.
- Nunca me gustó el clásico, por eso nunca iba. – les respondí.
Charlie, la única que prestaba atención al partido (o a su novio, no sabría decirlo con exactitud), nos mandó callar:
- Oíd, ¿podéis dejar de hablar? Para algo vinimos al partido – dijo Charlie medio en broma medio en serio.
- Chicas, dejemos de hablar, la futura señora Morrison se enfada.
Charlie me miró mal y Nat y yo nos empezamos a reír a carcajadas.
- No entiendo por qué se enfada tanto si el resto de las gradas también habla.
- En realidad todas las chicas están más pendientes de su conversación que del partido. – dijo ella mientras le robaba una bolsa de pipas a Penny del bolso aprovechando que ésta estaba concentrada en el partido. – El sector masculino atiende.
- Mira que atentos están. Si Blondie Fox se desnudara ahora mismo, ni lo notarían.
- ¡Bien! ¡Punto! – exclamó Charlie
- ¿Ya? – pregunté extrañada.
- ¡Claro! Si estáis hablando de Blondie Fox en vez de atender… – contestó Penny riéndose.
- Todo el mundo está comentando el largo de la falda de Blondie Fox. – dije yo.
- ¿Y quién marcó? – preguntó Nat, interesándose en el partido.
- ¡Chris! Le dio una patada a Preston, pero el árbitro no lo ha visto.
- Ah, ok, venga, vamos a ver el partido. – dije yo esta vez.
Jill Blackstone seguía comentando.
- ¡Y St. Peter marca! Si señores, Schoomaker reacciona y marca. Y, qué ven mis ojos, ¡St. Jude no se queda atrás! Ahí va Valley a remontar. La cosa está calentándose señores, preparen unos cuantos cubos de agua fría.
Seguimos viendo el partido. Punto que marcaba Schoomaker o cualquier otro del equipo, punto que remontaba St. Jude. Llegamos a la ronda final del partido. Estábamos a empates con St. Jude. Si marcábamos en esta ronda, ganábamos. Los chicos estaban nerviosos, y la tensión en el estadio era palpable.
El árbitro pitó el inicio. Chris corrió por todo el campo mientras todo el equipo de Valley le perseguía. Parecía que quería llegar a la línea de touchdown, pero antes de que llegara, le lanzó el balón a Johnny y Johnny corrió hacia la línea… y llegó.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡TOUCHDOWN!!!!!!! – gritamos todas sin darnos cuenta.
El público enloqueció y nosotras con ellos. St. Peter había ganado, y era lo que importaba en aquel momento. Todos arrojamos nuestras bufandas al cielo y bajamos al campo a celebrarlo. El campo se llenó de estudiantes de St. Peter celebrando la victoria. Los chicos llevaban a Johnny a los hombros. De repente, Johnny se bajó de los hombros de los chicos y cogió a Charlie y la besó. Todos volvimos a aplaudir y a gritar como locos mientras los de St. Jude nos miraban mal.
***
Más tarde, me encontré en la sala de fiesta del otro día celebrando con mis compañeros la victoria en el partido. Estábamos con el mismo decorado que el otro día, pero con algunos elementos diferentes. Charlie y Johnny bailaban juntos al lado de Penny y Kev, estaba toda la élite de St. Jude presente y Schoomaker no estaba con Blondie Fox (¡milagro!). Nat y yo charlábamos alegremente cuando alguien me agarró de la cintura y me besó en el cuello. Sentí un escalofrío y me giré para ver la cara de la persona. Lo que me imaginaba. Christian.
A pesar de los muchos meses que hacía que no lo veía (seis meses, concretamente), aún me acordaba de lo mucho que me gustaba. Christian Valley me había vuelto loca desde que había entrado en St. Jude, pero había sido inalcanzable hasta el año pasado. Me acuerdo perfectamente de cómo habíamos empezado. Me había tocado ser la jefa de las animadoras temporalmente, debido a la operación de apendicitis de Lina. Y entonces un día, me empezó a hablar, me acompañaba después de clase… Hasta que salimos juntos. Durante cinco meses y medio fui muy pero que muy feliz, pero no sabía que por aquel entonces Christian ya me engañaba con Lina. Y tuve que pillarlos para darme cuenta de lo imbécil que había sido al no relacionar que él sólo había salido conmigo porque había sido la jefa de animadoras durante tres meses.
Pero aún con todo el daño que me había hecho, me seguía pareciendo guapísimo. Alto, con el pelo oscuro y los ojos claros, y esa sensación de que tú eras la reina de su mundo, lo bien que me hacía sentir…
- Hola preciosa, hacía mucho tiempo que no te veía.
- ¿Qué coño haces aquí Christian? – le dije con todo el odio contenido.
- Eh, ¿qué recibimientos son esos para mí? – preguntó sorprendido.
- Los que te mereces. – le respondí secamente.
- ¿Y eso? Te recuerdo que salimos. Durante cinco meses y medio.
- Y yo te recuerdo a ti que te pillé en la cama con Lina Kingston, mi ex mejor amiga.
- Ah, memoria mía…
- Sí, sí, tú hazte el olvidadizo. ¿Qué has venido a hacer aquí?
- Tu siempre directa al grano. ¿Y si sólo quise verte a ti?
- Para verme a mí, habrías podido ir durante el verano a California a verme en vez de tirarte al resto del equipo de las animadoras.
- No fue a todo el equipo. Me faltaste tú.
- Creo que la razón por la que no me acosté contigo estuvo bastante clara, ¿no lo crees? Y ahora bien, ¿por qué viniste aquí?
- Vine a jugar un partido, que por cierto, he perdido. ¿Y tú por aquí? Pensaba que seguías en California.
- Dale las gracias a mi madrastra.
- Ah, Courtney Williams. Encantadora.
- Eres insoportable.
- Sé que en realidad no piensas eso de mí
Le miré muy pero que muy mal.
- Pero quería preguntarte una cosa. – dijo él haciendo caso omiso de mi mirada – ¿Te gustaría verme más a menudo?
- Ni en tus sueños Christian.
- En todo caso en los tuyos querida. Venía a informarte de algo. Tu querido internado, St. Peter, ha llegado a un acuerdo con St. Jude para intercambiar estudiantes. Y visto que quieres verme por aquí – le miré incluso más mal que antes – pues me he ofrecido para que me pongan aquí.
- ¡¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?! – le pregunté histérica.
- Lo que oyes Lena. Lo único que me ha hecho tomar esa decisión has sido tú.
- ¿Yo?
- Sí, tú. Solamente tú.
- Perdóname, pero creo que te he entendido mal. ¿Has dicho que te cambias de colegio por mí?
- Exacto. He venido con la intención de recuperarte, y no me iré hasta que lo consiga. – y me besó suavemente en los labios antes de irse.
Nat se me quedó mirando con cara de alucinada. Me cogió del brazo y me sacó de la fiesta. Salimos al exterior y caminamos hasta los bancos de piedra del jardín. Me senté y Nat se quedó de pie. Ella encendió un cigarrillo y me ofreció uno. Yo sólo fumaba cuando estaba sin saber qué hacer o estaba psicológicamente mal, y como este era el caso, acepté:
- Nat, ¿has visto lo mismo que he visto yo? – le pregunté, después de la primera calada.
- ¿Que tu ex está muy bueno?
- ¡Natalie Anne!
- ¿Qué pasa? ¡Si es la verdad!
- Bueno, dejando aparte ese hecho… ¡Me ha besado! ¡Y sin mi permiso!
- ¿Nunca te han robado un beso?
- Pues solo él y bueno, Christopher también… Y puede que unos cuantos más.
- ¿Entonces qué ocurre?
- Pues que… Quiero a Chris…
- ¿Qué Chris? ¿Schoomaker o Valley?
- ¡Schoomaker Natalie!
- ¡Así que por fin lo reconoces!
- ¡Calla! ¡No lo repitas! Pese a todo lo que me ha hecho, quiero a Christopher. Lo quiero, aunque intente salir conmigo y luego se acueste con Blondie Fox.
- ¿Y por qué si lo quieres no le das una oportunidad?
- Él y yo no podemos estar juntos. Si ni siquiera conseguimos sernos fieles el uno al otro cuando estamos juntos… Nos hacemos mucho daño mutuamente. Si estuviera con él, el daño sería peor.
- Si no has estado nunca con él, no podrás saber si os haréis daño el uno al otro.
- Lo sé, pero estar con él es imposible. Además, Christian es…
- Guapo, atractivo, tremendamente sexy…
- Sí. ¡Pero es Christian! ¡Y salí con él! Y Christian no es como Schoomaker, tiene… buf, no sé… Algo
- ¿La sensación de que eres la única en su vida?
- ¡Eso es! Aunque al final me engañara…
Después de una larga calada, a Nat se le iluminaron los ojos.
- ¡Perfecto! ¡Lo tengo! ¡Vas a salir con Valley!
- ¡¿QUÉ?!
- Que sí. Es perfecto. Christopher odia a Christian aún más que a White. ¡Soy un genio!
- ¡Quieta ahí genio! ¿Tú alguna vez piensas lo que dices? ¡Chris matará a Valley!
- Lo sé. Esto va a ser peor que “Romeo y Julieta”.
- ¡Otra vez con Romeo y Julieta!
- Aún encima que interpretas a Julieta…
- ¡Nat!
- Ok, me callo, pero tu vas a salir con Valley. Si sales con él y descubres que Christopher está celoso, sabrás que él no puede vivir sin ti. Por eso tienes que salir con Valley. Sólo si sales con Valley, acabarás con las defensas de Chris, y estaréis juntos.
- Lo intentaré. Volvamos a la fiesta. – le dije mientras aplastaba el cigarrillo con la punta del tacón.
Nat y yo volvimos a la fiesta. Allí estaba Christian con sus amigos y con una copa en la mano. Decidida, miré a Nat, que me apretó el brazo para darme fuerza. Antes de ir a por Christian, miré a Schoomaker, que se reía con Jerry ajeno a lo que me pasaba. Suspiré y me acerqué a Christian. Él se giró al verme, y sin perder el tiempo lo besé. Christian, sorprendido al principio, me siguió.
Ya no me acordaba de los besos de Christian. Eran de los que parecían no terminar nunca, y también deseabas que no acabaran. Siguiendo nuestro patrón habitual de beso, él me agarró por la cintura, pegándose más a mí, mientras que yo hundía los dedos en su pelo.
Al acabar, oí como toda la fiesta nos echaba silbidos y me giré con el tiempo para ver a la élite de St. Jude con caras de asombro y a Christopher con un vaso roto en la mano. En ese momento quise ir a verlo, pero me recordé a mí misma el plan Christian.
- Christian, me he dado cuenta de que sí que quiero que te quedes.
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