Los primeros rayos de sol iluminaron la estancia. Notaba cómo Chris me acariciaba lentamente con un dedo la espalda, de arriba abajo. De repente, recordé todos los detalles de la noche anterior, hecho que me hizo ponerme coloradísima. Oí una risa suave. Me desperecé un poco, y él se dio cuenta.
- Y yo que pensaba que no querías nada… – dijo con una sonrisa burlona, sin dejar de acariciarme.
- ¿Estás enfadado conmigo?
- Para nada cariño.
- ¿Ha sobrevivido algo a lo de anoche? – pregunté.
- Digamos que tu ropa sobrevivió por poco. No digamos lo mismo de tu ropa interior. Una pena, me gustaba. – dijo él.
- ¿Y…?
- Pues creo que ha habido un par de arañazos en la espalda por tu parte…
- ¿Te he arañado? – Ups.
- Sólo un poco.
Él se giró, dejando ver su espalda llena de arañazos y marcas de uñas, algo menos enrojecidas que cuando se las había hecho inconscientemente.
- Lo siento. – le dije.
- Yo tampoco me he portado bien. Mírate el cuerpo.
Me miré los brazos, las piernas, el torso… Y descubrí a lo que se refería Chris.
- Estoy llena de chupetones.
- Y mordiscos. – añadió él.
- ¿Seguro que no eres un vampiro? – le pregunté apoyándome en la cama con el codo.
- Vampiro o no, anoche no te quejaste demasiado de los mordiscos. Además, las marcas desaparecerán rápido.
- No importa. Me ha gustado. – respondí con una sonrisa.
- A mí también. – concluyó él sonriendo. - ¿Tienes hambre?
- Un poco.
- Te prepararé el desayuno. Puedes ducharte mientras.
Él se levantó de la cama, se puso los bóxers y salió de la habitación. En ese momento aproveché para levantarme de la cama e ir hacia el baño.
Al llegar, me puse un albornoz blanco muy suave, ya que tenía algo de frío. En un primer momento decidí utilizar la ducha de hidromasaje, pero tras ver la bañera, más bien era un jacuzzi, que me ofrecía un baño placentero, decidí abrir el grifo de la bañera.
Rebusqué por los armarios del baño y encontré varios botes de espuma para baño con olor a rosas, sales e incluso una caja llena de pétalos de rosa. Sin dudarlo, eché todo eso en el jacuzzi.
De repente noté como unos brazos me abrazaban por detrás y me besaban en el cuello. Me giré y le acaricié la cara.
- El desayuno está listo.
- Creo que el desayuno puede esperar. ¿Te apetece darte un baño?
- Desde luego. – dijo él sonriendo. – Pero déjame ir a por algo.
Cuando volvió, llevaba consigo una botella de champagne y dos copas de cristal.
- ¿No crees que es un poco pronto para beber?
- Venga Lena, esto es sólo para después. Aún queda lo mejor.
Y se quitó los bóxers, quedando desnudo ante mí. Pero se metió inmediatamente en el jacuzzi, mirándome seductoramente desde allí.
- ¿No te metes, Lena?
Sin pensármelo dos veces, dejé que el albornoz se deslizara por mi cuerpo, quedando desnuda ante él. Me metí en el jacuzzi, y fui hasta donde él estaba. Él me besó, y yo le correspondí.
- ¿No te parece antihigiénico hacerlo aquí? – le pregunté riendo.
- Para nada – respondió él sin parar de besarme.
Y volví a perderme entre sus brazos.
***
Más tarde, Chris y yo seguíamos en el jacuzzi, pero con dos copas de champagne semivacías en la mano.
- ¿Qué te ha parecido? ¿Antihigiénico? – preguntó él riéndose.
- Para nada.
- ¿Y lo del champagne?
- Tenías razón. Ha sido buena idea – le contesté sonriendo.
- A partir de ahora haremos lo que tú desees. Visto que sólo hemos hecho lo que yo quería. Dime Leny, ¿qué es lo que te apetece hacer?
- Primero, pues desayunar.
- Trato hecho.
Salí de la bañera y me envolví en un albornoz blanco suave. Chris hizo lo mismo y fuimos a la cocina. Mientras Chris calentaba el café, yo me puse a cotillear en una estantería llena de DVDs.
Los títulos abarcaban casi todos los géneros: policiaco, romántico, de aventuras, histórico, de acción, de miedo, clásicos…
Sonreí al ver un título que me interesaba bastante. En el momento en que me giraba, oí un ruido de plato contra la mesa. Miré hacia allí, donde había un plato con tortitas.
- Tortitas – dije sonriendo.
- En el internado las tomas día sí, día no. Me he fijado.
- ¿Te fijas en lo que desayuno?
- No solo en eso. También en otras cosas.
- ¿En qué cosas? – le pregunté interesada, acercándome a él.
Él me miró sonriendo.
- Sólo comes cosas dulces para desayunar, y sin embargo no engordas. Te encantan los libros antiguos, y si las ediciones son antiguas, mejor. Cuando estoy contigo, mi ropa acaba oliendo a lavanda, tu perfume. Cuando estás triste, tuerces el gesto, y cuando estás feliz, se te forman hoyuelos en los ojos, como los de ahora. – dijo acariciándome la cara.
- No pensaba que te habías fijado tanto en mí. Aunque también me he fijado en varias cosas de ti.
- ¿Y cuáles son…?
- Además de la claustrofobia y de que seas zurdo…
- Eres la primera chica que se fija en ello.
- Tampoco es tan difícil fijarse. Es cuestión de prestar algo de atención. Además, cuando escribes pones una cara de concentración muy graciosa. Sacas la lengua.
- ¿En serio? No me lo creo.
- Créetelo. Pero es muy sexy cariño – le dije mientras le acariciaba la mejilla. – Y dime, ¿en qué más te has fijado?
- Murmuras en sueños, mueves las piernas cuando sueñas… Y tienes pinta de jugar muy bien al póker.
- ¿A qué viene lo del póker? – le pregunté.
- Tienes cara.
- Voy a demostrarte que sí que sé jugar muy bien al póker, y que puedo ganarte.
- ¿Es una apuesta? – dijo él ya algo picado.
- Claro que es una apuesta.
- ¿Y qué pasa si gano?
- Tendré que hacer lo que tú quieras. Pero no cuentes con ganar, te ganaré yo. Y ahora saca la baraja.
Chris desapareció un momento para volver a aparecer instantes después con juego de póker.
Nos sentamos enfrente uno del otro, mientras Chris barajaba y repartía las cartas.
Transcurría el juego, con las apuestas correspondientes y las correspondientes miraditas entre Chris y yo. En la última ronda, él dijo:
- Venga Lena, terminemos con esto. Te he ganado.
- ¿Cómo puedes saber que me has ganado?
- Por esto.
Póker. Vale, esa jugada había sido buena, pero yo me reservaba algún as en la manga.
- ¿Y bien? – me preguntó él con una sonrisa de suficiencia.
- Has perdido Chris. – le dije mientras le mostraba mi ganadora escalera de color.
Él se me quedó mirando con cara rara, sin poder creérselo.
- Guau.
- Digamos que tendrás que hacer algo por mí.
- ¿Y eso consiste en…? – preguntó.
- ¿Qué era lo que tenías pensado que hiciera?
- Un striptease.
- Qué original – dije poniendo los ojos en blanco.
- Lena, he ido a varios stripteases, pero me encantaría verte a ti haciendo uno.
- Chris, eres muy predecible.
- ¿Y qué tendré que hacer?
- Te lo diré más tarde, pero créeme, será bastante divertido… – le dije mientras tomaba mi deseado desayuno, dejándole con la incertidumbre de lo que le haría hacer.
***
Horas después, estábamos tumbados en el sofá viendo en la TV "Los puentes de Madison", una de mis películas favoritas. Un pensamiento me pasó por la cabeza, y se lo dije a Chris:
- ¿Te imaginas que dentro de unos años estemos aquí otra vez?
- Me lo imagino perfectamente. Los dos habríamos acabado la universidad, tu llevarías un apellido diferente… ¿Te suena bien Schoomaker?
- No seas tonto Chris.
- Es una proposición seria.
- Chris, yo no soy de las que se casan.
- Lo sé, pero algún día cambiarás de opinión. – dijo con una sonrisa enigmática – ¿Y que me dices de hijos?
- Chris, tenemos diecisiete años. ¿Ya quieres darme hijos?
- Por lo menos siete. – contestó con una carcajada.
- Me pondría como una vaca.
- Te seguiría queriendo igual.
- ¿Y uno? Un hijo es suficiente.
- Pues si fuera uno, sería niña.
- ¿No te gustaría un Christopher Schoomaker IV?
- No, me gusta más niña, los niños dan muchos problemas.
- Ok, pues niña. ¿Qué te parece… Madison?
- ¿Como tu película?
- Exacto. Ese o Scarlett. Tú eliges – dije riéndome.
- Pues casi que Madison.
- Pero ahora no pensemos en ello. Aún quedan años, ¿no?
- Muchos años.
***
Por la noche, ya en la habitación, a Chris le tocaba cumplir su parte de la apuesta. En cuanto se lo dije, me miró extrañadísimo:
- ¿Estarás de coña, no?
- Para nada Christopher.
- No, no pienso hacerlo.
- Quiero recordarte que tú pretendías que yo hiciera eso. Además, un striptease no es para tanto.
Él seguía mirándome con cara rara, por lo cual yo me reí.
- ¿Es en serio?
- Pues claro que es en serio. ¿De verdad crees que es una broma? – le dije riendo.
Me miró de forma resignada, sopesando la idea.
- ¿Por lo menos puedo elegir la canción?
- Vale. Y el vestuario también. – le dije riendo. – Y si quieres, me voy a dar una vuelta alrededor de la casa. Cuando estés avísame.
Salí de la casa por la puerta de la terraza. Me entretuve durante un buen rato recorriendo el jardín que bordeaba la casa, y miré el reloj y vi que ya era hora de volver.
Entré en la casa, que estaba a oscuras. Quise encender la luz del salón, pero no encontraba el interruptor. Vi que Chris había puesto uno de los sillones en el medio del salón, y había apartado todos los muebles.
Me senté en el sillón y miré a mí alrededor a ver si veía a Chris. Ni rastro de él. Iba a levantarme a buscarlo cuando se encendió un foco de luz, apuntando al pasillo, y empezó a sonar la canción de “You can leave your hat on”, de Joe Cocker.
Y apareció él. Vestido con el último esmoquin de Dolce & Gabanna, tremendamente sexy. Y empezó a bailar al ritmo de la música, como siempre me había imaginado que sería el striptease perfecto.
Finalmente quedó sin ropa, y se acercó a mí.
- ¿Preparada para tu mejor sueño? – me preguntó mientras me desabrochaba lentamente los botones de la blusa.
- Preparada para la realidad.
***
- Lena, en serio, no entiendo tu manía de fotografiar todo lo que ves.
- Tengo que aprovechar el regalo de Charlie. – le dije yo mientras enfocaba el cabecero de la cama.
- En serio, para las próximas Navidades le regalaré algo horrible a Johnny, algo que moleste a Charlie.
- No seas tan vengativo. Además, ¿qué más te da que te saquen fotos?
- No me gustan las fotos.
- Venga Chris, te prometo que sólo te sacaré una foto. Si sales bien a la primera no te molestaré más.
- ¿Lo prometes?
- Lo prometo. Venga, colócate.
Chris se colocó en la cama, apoyado en las almohadas y con un brazo extendido. Dudando sobre qué cara poner, me sonrió con mi sonrisa favorita, momento que aproveché para sacar la foto.
- ¿Ya has terminado? – me preguntó él colocándose a mi lado.
- No entiendo por qué no te gusta salir en fotos. Sales guapísimo.
- Puede. Pero ahora tçu te vas a enterar. – dijo mientras me robaba mi Canon y empezaba a sacar fotos sin parar.
***
Cuando abrí la puerta de mi habitación, ya de vuelta en el internado tras un relajado puente, me saltaron tres adolescentes encima, haciendo que yo cayera al suelo entre los gritos de las tres.
- Chicas, ¡¿os habéis vuelto locas?! No me he ido un año.
- Es que teníamos muchas ganas de verte… – dijo Nat con voz de niña buena.
- Y queríamos que nos contaras que tal de fin de semana.
Las miré a las tres, que por las miradas que me dirigían, se notaba que se morían de curiosidad.
- Sois unas cotillas. ¡Pues ahora no os cuento nada!
- ¡¿QUÉ?! Pues ahora se va a enterar.
Y las tres empezaron a hacerme cosquillas, de modo que empecé a reírme a carcajadas.
- ¡Parad! ¡Parad! Vale, os lo cuento todo.
- Ok – respondieron ellos con sonrisas de satisfacción.
Y les conté todo, absolutamente todo lo que me había pasado en esos cuatro días que había pasado con Christopher. Tras terminar, ellas hablaron:
- ¿Os dais cuenta de que al principio de curso estábamos las cuatro solteras y ahora estamos las cuatro con novio? – preguntó Nat.
- El semestre ha empezado genial. – dije yo.
- De todas maneras, aún nos pasarán más cosas. Pero ahora hay que prepararse para lo que nos queda. – dijo Charlie.
- Es cierto Charlie. Tenemos que elegir universidades, elegir la carrera que queremos estudiar… – empezó a enumerar Penny.
- Y además, en junio nos graduamos. – recordó Nat, emocionada ante la idea de ir con Jerry al baile.
- Creedme chicas, este semestre va a ser muy interesante. – añadí, haciendo que todas sonriéramos ante esa idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario