Unas dos semanas después del “momento beso”, estábamos todas en la habitación. Hacía dos semanas que estaba besándome cada momento libre del día con Mark White, y aguantando sus constantes bromas que no hacían gracia. Y estaba harta.
- Chicas, me acabo de dar cuenta de que lo de White no funciona – dije.
- Creo que nos hemos dado cuenta Lena. – respondió Nat.
- Blondie Fox y Chris están cada día más juntos. Y ella está más insoportable cada día. – dijo Penny.
- De todas maneras, la que se pega a Chris es ella. Si te fijas, él no la busca. – le secundó Nat.
- Si quería darme celos, desde luego lo ha conseguido. Estoy celosa. – respondí.
- ¡Bien Lena! Ese es un primer paso para admitir que te gusta. – dijo Charlie triunfante.
- ¡No me gusta! De todas maneras, tú tardaste en admitir que Johnny te gustaba.
- Ahora estamos juntos – respondió ella.
- Sois la parejita feliz – añadió Nat.
- Lo sé – dijo riéndose Charlie.
La verdad es que daba envidia verlos. Después de que Johnny me pidiera que averiguara si le gustaba a Charlie, no tardé mucho en sonsacarle a ella que él la volvía loca desde hacía 2 años.
En cierto modo, me alegraba que se hubieran juntado gracias a mi información. Y gracias a eso, Johnny y yo nos habíamos vuelto muy amigos.
Y ya casi sin darme cuenta, había pasado todo Octubre, con lo que se acercaba Halloween. Las chicas estaban histéricas con lo de los disfraces, cosa que demostraban cada vez que nos reuníamos con los chicos en su habitación.
- ¿Qué os parece lo de brujas?
- Natalie, me niego a disfrazarme de bruja. Es un cliché de Halloween. – repuse con seriedad.
- Además, cada año se elige un tema para la fiesta. – añadió Penny.
- Como si alguien hiciera caso al tema…
- Tu novia no creo que esté muy contenta con eso – dije intentando sonar casual.
Vale, la estrategia de los celos no había funcionado. Hacía cinco semanas y tres días que estaba “saliendo” con Mark White. Y salir con él no había resultado como yo esperaba. Pensaba que si salía con el idiota de White, Schoomaker se moriría de celos y haría algo para hacer que dejara a White. Y cuando lo consiguiera, vendría a mí. Pero con lo que yo no contaba era con que Schoomaker también era un buen estratega, y él solito había conseguido que mi plan perfecto saliera totalmente al revés.
Gracias a todo esto, no sólo había conseguido un novio estúpido que no paraba de hablar de fútbol americano, sino que la zorra unineuronal de Blondie Fox estaba saliendo con Christopher Schoomaker, el objeto de mi venganza. Aunque, sinceramente, no estaba tan segura de que ellos dos estuvieran saliendo. Blondie Fox no paraba de presumir frente a todo el internado de que era la novia de América (con perdón de Julia Roberts), pero Nat me había dicho que lo que ahora tenían Schoomaker y la rubia no era para nada una relación. Según mi mejor amiga, lo que tenían era sólo “sexo”.
Pese a toda la conversación con Nat, quería estar segura de lo que tenía Schoomaker con Blondie Fox para planear mi siguiente actuación.
- ¿Mi novia? ¿Desde cuándo tengo yo novia, Williams?
- Oh, lo olvidaba, el soltero más codiciado del internado no puede tener novia.
- Efectivamente, querida Yankee, esa es mi regla de oro. – añadió él con una sonrisita estúpida.
- Y en el Código está lo de no tener novia. – repuso Kev.
- Chicos, ¿os dais cuenta de que Johnny rompe el código al estar conmigo? – preguntó Charlie, que había dejado de enrollarse con su novio para participar en la conversación.
Y se produjo el silencio generalizado. Pero se interrumpió por el grito que dio Jerry.
- ¡¡¡¡¡¡No!!!!!! ¡¡¡¡¡¡Esto no puede ser!!!!!!
- Por favor Jerry, madura. Es sólo un código.
- ¡Y una mierda Natalie Anne Weston!
- ¡No me llames por mi nombre completo Gerald Joseph MacKenzie!
- ¡Y tú no me llames Gerald!
- Chicos, ¿podéis parar de discutir? – dijeron Kev y Penny a la vez, provocando la risa general.
- Desde luego, estáis hechos para estar juntos. – añadí, haciendo que ambos se sonrojaran.
Le lancé una mirada significativa a Nat, que me entendió a la primera. Ahora teníamos otra pareja a la que juntar, aunque mi asunto con Schoomaker tenía que solucionarse lo más rápido posible.
- Volviendo al tema del Código, no hay ninguna regla que impida tener novia. – dijo Johnny con calma.
- ¿Estás seguro John? – preguntó Jerry, que todavía estaba enfadado.
- Lo he leído dos veces, irlandés idiota, y lo he vuelto a consultar esta mañana por si acaso.
- De acuerdo Laker. Pero esta no será la última vez que nos enfrentemos.
Johnny puso los ojos en blanco y enseguida se concentró en su nueva tarea: Charlie. Así que mientras ellos seguían enrollándose, nosotros seguimos con nuestra conversación:
- Bien, antes de que Nat y Jerry empezaran a pelearse y Johhny y Charlie se dieran muestras de amor en público, ¿por dónde íbamos? – pregunté.
- Por lo de que no sabemos si Chris y Blondie Fox están saliendo.
- ¡Penny! Se llama Barbara – le recriminó Schoomaker.
- Chris, si la llamamos Barbara o Barbie, no vamos a enterarnos de quién es. – admitió Kev.
- Y no evites la cuestión principal: ¿estáis saliendo sí o no?
- Williams, ¿hay algo de interés personal en tu pregunta?
- ¿Perdona? Te recuerdo Schoomaker que yo tengo novio. Y desde antes de que tu te enrollaras con la zorra de tu novia.
Y en ese momento la puerta se abrió, dejando ver cómo Blondie Fox entraba en la habitación.
- ¡Amorcito! – gritó, tirándose a los brazos de Chris.
Se me escapó una risilla, que fue secundada por Nat y Penny.
- ¿Tienes algún problema conmigo, H-E-L-E-N-A?
- ¿Yo? Para nada Clarkson.
- Pues vete de la habitación de mi novio.
- ¿Perdona? No pienso irme.
- Te vas porque te lo ordeno yo.
- ¿Acaso eres mi reina?
- Soy la Queen Bee del internado. Tengo mucha más autoridad que tú.
- Pero resulta que los reyes de esta habitación somos Chris, Jerry, Kev y yo.
- ¡Morrison, no te metas, esto no es contigo! – le gritó Blondie Fox.
- Mira Barbara, te vamos a dejar una cosa clara – le dijo Jerry amenazante – Como aquí no nos gusta la gente estúpida, te vas de la habitación y no vuelves a entrar aquí en lo que queda de curso.
- ¡Yo no pienso irme de aquí!
- Mira Barbara, creo que todos los de aquí preferimos que se quede una persona, y esa persona no eres tu. Así que por favor, sal de la habitación. – dijo Kev con calma pero con seriedad, como si sus palabras no tuvieran réplica posible.
Blondie Fox salió por la puerta con expresión furiosa. La mirada que me dedicó antes de marcharse fue la de que por mucho que yo hubiera ganado esa batalla, la guerra no había terminado. Pues bien, si Blondie Fox quería guerra, la iba a tener.
- Muy bien Williams, ya has conseguido lo que querías. – dijo Schoomaker, tras unos minutos de tenso silencio.
- Schoomaker, lo que acaba de pasar no iba contigo.
- Sí te peleas con mi novia, resulta que va conmigo. – dijo él, levantándose del suelo y marchándose de la habitación.
Vale, muy bien, la había cagado de una forma espectacular. Miré a Nat, que me indicó con la mirada que lo siguiera, que intentara solucionar las cosas con él.
Salí de la habitación, mirando a ambos lados del pasillo en busca de Schoomaker. Y al fin lo vi, esperando enfrente del ascensor.
- ¡Schoomaker! – grité lo suficientemente alto como para que me oyera.
Él se giró, pero me ignoró intencionadamente metiéndose en ese momento en el ascensor. Antes de que las puertas se cerraran, conseguí meterme.
- ¡Williams! ¿Qué haces aquí?
- Quería verte y hablar de lo que acaba de pasar en tu habitación.
- No hay nada de lo que hablar – dijo él pulsando el botón de la planta baja.
- Pues resulta que sí hay algo de lo que hablar. – le contesté, pulsando el botón de nuestra planta.
- No quiero hablar contigo – dijo él mientras el ascensor se ponía en marcha.
- Pues yo sí que quiero. – añadí, pulsando el botón de stop.
El ascensor dio un frenazo brusco, haciendo que me tambaleara y cayera en sus brazos.
- ¿Te has vuelto loca? – preguntó histérico, apartándome.
- Era la única manera de que hablaras conmigo.
- Si no quiero hablar contigo es por algo.
- A ver, ¿qué he hecho para que te hayas enfadado tanto?
- Te has peleado con Barbara.
- Por favor, tu novia es una estúpida que me odia.
- Barbara no es estúpida.
- Por favor Christopher, su mayor ambición en la vida es casarse con un millonario.
- ¿Cómo lo sabes?
- Está en su perfil de Facebook.
Schoomaker sacó su Blackberry del pantalón y miró si lo que le había dicho era cierto.
- Vale, tienes razón. Pero no por ello deja de ser mi novia.
- Mira Christopher, te voy a dejar una cosa muy clara. Lo único que quiere es ser la futura señora Schoomaker.
- Todas quieren ser las futuras señoras Schoomaker.
- Christopher, para poder aguantarte hace falta mucha paciencia.
- El dinero las haría aguantar.
- Pero al final tú no aguantarías con ellas, y cuando las dejaras, te darías cuenta de que habrías desperdiciado los mejores años de tu vida.
- ¿Quién eres tú para darme consejos? ¿Pepito Grillo?
- Soy Lena Williams, una chica que intenta ser tu amiga a pesar de todo lo que nos ha pasado.
- Tú lo que intentas es ligar conmigo haciendo la estrategia de la amiga.
¿Qué? ¡Aún encima que iba a intentar arreglar las cosas con él!
- Mira Schoomaker, acabo de darme cuenta de que contigo es imposible razonar. Vine aquí a intentar que nos reconciliáramos, pero veo que es imposible. – dije.
Apreté en ese momento el botón de la planta tercera, sin respuesta. Lo volví a apretar, y como seguía sin funcionar, comprendí que estábamos atrapados en el ascensor.
- ¿Ahora no sabes utilizar un ascensor, Yankee?
- Por si no te habías dado cuenta antes, estamos parados.
- ¿Y?
- Pues que el ascensor no funciona, así que estamos atrapados.
- ¿Cómo que el ascensor no funciona?
- Schoomaker, dime qué es exactamente lo que no entiendes de la frase “estamos atrapados”.
- Tenemos que salir de aquí ya.
- ¿Acaso tienes miedo a los ascensores?
- No, tengo claustrofobia si permanezco en ellos más de 5 minutos. Me quedé atrapado en uno de pequeño.
- Pues si quieres que nos saquen de aquí, llama a los chicos y que avisen a alguien. O pulsa el botón de emergencia.
Schoomaker hizo lo que le dije. Tras tres segundos, el interfono se encendió.
- Soy Greg Abrams, vigilante y celador de St. Peter College.
- Greg, soy Christopher Schoomaker, y me he quedado atrapado en el ascensor de la residencia de los chicos junto con Helena Williams. ¿Puede venir a buscarnos?
- De acuerdo Christopher. Iré en seguida a rescataros a ti y a la señorita Williams. Esperad un rato y os sacaré de allí.
La conexión se cortó, haciendo que se produjera un breve silencio en el ascensor.
- Bueno, ya que vamos a estar aquí un rato, creo que deberíamos hablar de lo que pasó en tu habitación.
- No quiero hablar de nada.
- Christopher, si estamos callados, dentro de unos tres minutos o así estarás con un ataque de ansiedad, así que creo que lo mejor que puedo hacer es distraerte para que no pienses que estamos encerrados.
Schoomaker reflexionó mis palabras durante unos instantes.
- De acuerdo, hablemos. ¿Qué quieres saber?
- Quiero saber por qué te has ido de la habitación después de que echáramos a Clarkson.
- Estaba ofendido por cómo la tratasteis.
- La ofendida debería ser yo por cómo me trata ella a mí.
- ¿A qué te refieres?
- Me odia. En mi segundo día aquí me advirtió que no me acercara a ti. En el baño de las chicas del edificio 2 hay una nota que dice que eres de su propiedad. Y además, hoy ha intentado echarme de tu habitación. ¿No crees que es un poco obsesiva contigo?
- ¿Sabes por qué estoy con ella?
- ¿Por qué?
- Porque intento averiguar una cosa.
- ¿Y eso es…?
- Si me gustas de verdad o no.
Vale. Eso sí que no me lo esperaba. Para nada. Aunque, ahora que lo pensaba, mi plan había funcionado. Ahora lo único que tenía que hacer era rechazarlo para dejarlo en ridículo y que su ego masculino se esfumase por completo.
- No seas ridículo. No te gusto, sólo te atraigo.
- ¿Qué me dices del beso en el pasillo de los profesores?
- Eso no fue nada.
- Te lo tomaste muy a pecho. ¿Acaso no sentiste nada cuando te besé?
Mientras decía esto, se acercaba a mí desde el otro extremo del ascensor.
- Nada.
- ¿De verdad Williams?
Ahora estaba más cerca. Podía oler su aroma, muy masculino y arrollador. Me cogió la cara suavemente, produciendo en mí un escalofrío, al mismo tiempo que seguía hablándome, cada vez más pausadamente.
- No me mientas. Si no hubieras sentido nada en ese beso, no te habrías enfadado tanto por el hecho de que me acostara con Clarkson. Y no te habrías quedado a dormir conmigo el día de la fiesta. Dime, ¿de verdad no sentiste nada en ese beso?
Nuestros labios estaban separados por un centímetro. Sabía perfectamente lo que él iba a hacer a continuación.
- Mark…
- En realidad Mark no te importa. Lo ibas a dejar tarde o temprano.
- Si me besas ahora… Te juro que no respondo de mis actos…
- Yo responderé por los dos.
Dicho esto, me besó. Con el beso que llevaba esperando desde que había llegado al internado. Fue como el de la primera vez, sólo que mucho mejor. Esta vez las mariposas no revoloteaban por mi estómago, sino que parecían tirar bombas atómicas.
Profundicé el beso poniendo mis manos alrededor de su cuello, y él, como respuesta, acercó aún más nuestros cuerpos agarrándome por la cintura con suavidad.
Podría haber estallado una bomba atómica o habido un incendio, porque nosotros no nos habríamos enterado de lo que sucedía en el exterior, ya que en ese momento, los únicos que existíamos en el mundo éramos Chris y yo.
Sólo reaccionamos cuando el ascensor volvió a moverse, subiendo hasta la tercera planta otra vez. Nos apartamos rápidamente e intentamos recomponernos antes de que las puertas se abrieran y apareciera la figura de Greg.
- He sido rápido, ¿verdad? – sonrió él orgulloso de sí mismo.
- Demasiado rápido – añadió Christopher. – Muchas gracias Greg.
- Es mi deber – dijo él antes de marcharse por donde segundos antes Christopher y yo habíamos estado atrapados.
Caminamos en silencio hasta su cuarto, evitando las miradas. Al llegar a la puerta, antes de entrar, él habló.
- Lena, si lo del beso te ha molestado… Lo siento.
- No pasa nada. Lo mejor será olvidarlo.
- Sí, creo que será lo mejor.
Y volvimos a entrar en la habitación interpretando a las personas que éramos antes del ascensor, pero reconciliados.