Al día siguiente, lo único que deseaba hacer en ese momento
era morirme, resucitar y volver a morir otra vez. En serio, nunca volvería a
beber tanto. Nunca. Lo peor de todo era que no me acordaba de nada de lo que
había pasado a partir de que habíamos comprado los vestidos. Y eso era
preocupante.
El ambiente que reinaba en esos momentos en la habitación era
la imagen de nuestras respectivas resacas. Charlie estaba en la cama con un
bote de pastillas al lado, Nat ni siquiera se levantaba y Penny se había
encerrado en el baño.
En definitiva, las cuatro estábamos para el arrastre. Pero lo
que provocó un gemido colectivo fue que aporrearan a la puerta en ese momento,
y que aparecieran nuestros cuatro novios en la habitación sin pedir permiso
para entrar.
-
¡Buenos
días monadas! – gritó Jerry con su típica alegría mañanera.
-
¡Muérete!
– le gritamos Charlie y yo a la vez, sin salir de la cama.
-
¡Buenos
días cariño! – le contestó Nat levantándose de la cama, con un aparente
perfecto estado.
-
Nat,
¿por qué tú estás fenomenal y nosotras estamos para el arrastre? – le pregunté
al incorporarme, con ayuda de Chris.
-
Además
de por el hecho de que soy novia de un irlandés...
-
Eso
no cuenta. – cortó Charlie.
-
Pues
resulta que ninguna de vosotras tres sabe aguantar el alcohol. – concluyó con
una sonrisa triunfal.
Y era cierto. Nat era la que mejor aguantaba de nosotras
cuatro.
-
¿Cómo
te encuentras? – me dijo Chris apartándome un mechón de la frente.
-
He
estado mejor, créeme. Lo peor de todo es que no me acuerdo de nada. . admití.
-
¿En
serio no recuerdas nada? – me preguntó preocupado.
-
Lo
último que recuerdo es que compramos los vestidos. ¿Tú sabes algo? – le
pregunté.
-
Lena,
fue Chris el que vino a recogernos. –
respondió Nat.
-
¿En
serio? – le pregunté.
-
Lena,
prefiero no imaginarme lo que habría pasado si no hubiese llegado a tiempo. –
me dijo.
-
Por
favor, ahórrame los detalles de anoche. – le pedí, rezando para que no les
hubiese contado nada a los chicos.
-
¿Estás
de broma Lena? – preguntó Johnny – Ni siquiera nos los ha contado a nosotros, y
queremos saberlos.
-
¡Detalles,
detalles, detalles! – se pusieron a corear Kevin y Jerry.
-
De
acuerdo, de acuerdo. Lo contaré todo. – dijo Chris, zafándose de los chicos,
que se habían sentado a su lado, quitándome el sitio. – Pero será mejor que
empecéis vosotras.
-
Pues
nosotras nos fuimos de compras… - empezó Penny.
-
Penny,
eso ya lo sabemos. – le cortó Kevin. – Cuenta los detalles interesantes.
-
Nos
echaron de varias tiendas por el escándalo que estaba armando Nat. – dijo Charlie,
mientras miraba mal a la rubia.
-
En
mi defensa, quiero decir que al final acertamos con la boutique de Mary.
-
Vale,
vale. Puede que acertáramos con la boutique de Mary. Pero eso no borra el hecho
de que nos echaran de esas tiendas. – dijo Charlie.
-
Sabía
que los vestidos que había en esas tiendas no os iban a gustar. Al fin y al
cabo, son vestidos de centro comercial. Así que provoqué que nos echaran.
-
Nat,
con haber sugerido visitar la tienda de Mary habría bastado. – le dije.
-
Puede,
pero no nos lo habríamos pasado tan bien. – reconoció ella.
Vale, tenía que darle la razón en eso. El día de la prueba de
los vestidos sería memorable.
-
Vale,
repasemos. Os echaron de varias tiendas. – empezó a decir Kevin.
-
De
tres, concretamente. – interrumpió Penny.
-
Corrijo,
os echaron de tres tiendas. Fuisteis a la boutique de la tal Mary y…
-
Nos
compramos los vestidos. – concluí.
-
Entonces,
¿cómo acabasteis tan borrachas? – preguntó Jerry.
-
A
ver, nos compramos los vestidos por turnos, y mientras una estaba en el
probador, las otras nos hartábamos de beber champagne y comer bombones. –
admitió Charlie.
Los chicos soltaron un “Ahhhh” de comprensión a la vez.
-
Y
como cuando terminamos ya era algo tarde, pero no lo suficiente como para
volver al internado… – empecé.
-
Y
llevábamos varias copas encima… – continuó Charlie.
-
Nos
fuimos a celebrar que ya teníamos nuestros vestidos de graduación… – siguió
Penny.
-
Y
a seguir bebiendo champagne… – admitió Nat entre risas.
-
Y
así fue como las encontré. En un bar con temática de los años 80, bailando como
en una despedida de soltera. – terminó Chris.
-
¿Sólo
eso? – preguntó Johnny.
-
Lo
mejor fue lo del coche. Ahora me hace gracia, pero ayer no.
-
¿Qué
pasó en el coche, Chris? – le pregunté con tono de preocupación.
-
Cuando
os vi, pensé que la única que estaba borracha era Nat, pero cuando se pusieron
a imitar a Christina Aguilera y Charlie sacó una botella de champagne que
habían robado del bolso, supe que el único sobrio del coche era yo.
Me quedé en silencio, avergonzada, intentando imitar la postura
del avestruz cuando quiere esconderse, enterrando la cabeza en la tierra. Solo
que yo escondí la cabeza entre mis piernas.
-
¿De
verdad robamos una botella de champagne? – pregunté.
-
En
realidad fue Charlie. – dijo Nat.
-
Guau.
Soy una ladrona. – respondió Charlie sin creérselo demasiado.
-
Pues
tampoco es para tanto – dijo Jerry. – Me esperaba que hubiesen hecho un
striptease en el bar, o algo así… ¡Ay! ¿Por qué habéis hecho eso? – preguntó él
después de que Penny y Charlie le pegaran dos collejas.
-
¡Por
idiota! – le gritaron las dos, provocando las risas de los demás.
-
De
todas maneras, cuando llegasteis a la habitación, todavía queríais continuar la
fiesta, animadas por Jerry.
Todas miramos mal a Jerry, que inmediatamente se puso detrás
de Kevin para protegerse.
-
Las
que queríais ir de fiesta erais vosotras, y a mí también me apetecía.
-
En
fin, nunca cambiará – dijo Nat algo pesarosa.
-
De
todas maneras, Lena también quería continuar con la fiesta. – añadió Chris.
-
¿En
serio? – pregunté.
-
Pero
en privado cariño. – me respondió.
Todos se empezaron a reír de mí, provocando que me pusiera
roja.
-
No
vuelvo a beber alcohol. – prometí.
-
Eso
no te lo crees ni tú – dijo Nat riéndose.
-
Vale,
rectifico: no volveré a pasarme con el alcohol.
-
Lo
único que saco en conclusión de todo esto es que se confirma mi teoría – dijo
Jerry algo pensativo.
-
¿De
qué teoría hablas, cariño?
-
La
que afirma que desde que Chris está con Lena, está más atontado que de
costumbre.
-
¿Y
eso por qué? – le preguntó Chris.
-
Pongamos
un ejemplo: si Nat me viniese a ofrecer sexo, aunque estuviese borracha, lo
aceptaría. ¿Vosotros no haríais lo mismo?
-
¡NO!
– le contestamos todos a la vez.
-
Déjalos
cariño, aquí todos son unos caballeros – le contestó Nat.
-
En
fin, a lo que íbamos… - empezó a decir Charlie, pero la interrumpió el sonido
del móvil de Nat.
-
Esperad,
tengo que contestar – dijo la rubia yendo a un lado de la habitación.
Todos estábamos en silencio, oyendo sólo las respuestas de
Nat, que consistían en unos cuantos “sí” y “ajá”.
-
De
acuerdo, déjanos media hora y ya bajamos. Hasta ahora. – dijo Nat
despidiéndose.
-
¿Quién
era Nat? – le preguntó Charlie.
-
Kelly
Preston.
-
¿La
lacaya de Blondie Fox? – preguntó Jerry.
-
Exacto.
Me llamaba para decirme que Blondie Fox solicita audiencia contigo, Lena.
-
¿Conmigo?
¿Y eso por qué? – le pregunté.
-
Eres
la reina del internado. Y solicita audiencia porque quiere que soluciones algo.
-
¿El
qué?
-
No
me lo ha dicho, pero creo que es importante. Además, Kelly me ha dicho que
están el resto de las chicas del internado en la sala común.
-
Entonces
sí que es importante. – añadió Penny con algo de preocupación.
-
Pues
allá vamos – dije.
Durante la siguiente media hora procedimos a adecentarnos.
Para no ir demasiado arreglada pero ir mona, me puse mis vaqueros preferidos,
una blusa de gasa en color negro y mis bailarinas favoritas, unas negras con
tachuelas doradas.
Al bajar a la sala común, vimos que estaba llena. Todo el
personal femenino del internado se encontraba allí sentado, ya que la sala era
lo bastante grande para que cupiésemos todas. Las chicas se sentaron a mi lado,
y yo me senté en un taburete alto, esperando a que se acercase Blondie Fox.
Blondie Fox estaba irreconocible. Yo siempre la había visto
arreglada, y ahora que la veía en vaqueros y sudadera grande, me chocaba. Se
paró frente a mí y empezó a hablar:
-
En
circunstancias normales te ignoraría, ya que me has robado el puesto y el
novio. Pero no estoy aquí por eso – añadió rápidamente al ver que iba a
protestar – Estoy aquí por otra cosa.
-
Habla
Barbara. Todas te escuchamos.
-
Estoy
embarazada.
-
¿QUÉEEEEE?
– gritamos las chicas y yo a la vez.
-
¿No
lo sabías? – me preguntó.
-
Para
nada. Me acabo de enterar.
-
Pues
ya lo sabe todo el internado. Y se supone que era un secreto.
-
¿Y
cómo se han enterado? – le pregunté.
-
Estaba
en mi habitación con Katy y Kelly, y les estaba contando la noticia, cuando de
repente oí que alguien cerraba la puerta de la habitación de repente, ya que
estaba entreabierta. Ese alguien debió de oír toda la conversación, y debió de
mandarle un correo a Fionna Catchpole, o puede que fuese la propia Fionna
Catchpole quien lo oyera.
-
¿Y
qué quieres que haga, Barbara?
-
Quiero
que descubras quién es Fionna Catchpole.
Se oyeron grititos de sorpresa por toda la sala. ¿En serio
pretendía Blondie Fox que yo averiguase quién era la misteriosa Fionna
Catchpole?
-
Barbara,
lo que me estás pidiendo es imposible.
-
Antes
era imposible, porque Fionna publicaba su boletín en papel, pero ahora que lo
hace por internet, es mucho más fácil.
-
Y
todas queremos saber quién es Fionna – contestó una alumna que debía de tener
dos años menos que yo. – Ha publicado cosas que han hecho daño a la gente.
Incluso ha provocado cosas sobre ti. – me dijo.
Y era cierto. Lo último que había publicado y que me había
hecho daño de verdad había sido la noticia que insinuaba que yo estaba liada
con Fred Hilton.
-
Vale,
tienes razón…
-
Valery,
me llamo Valery.
-
Pues
Valery, tengo que darte la razón. He tenido algunos problemas por las cosas que
ha escrito Fionna, pero yo no quiero vengarme.
-
Pero
el resto del internado sí – contestó Valery, provocando el asentimiento
general.
-
Valery,
frente a los rumores hay que decir la verdad. Si cada una de las que estamos
aquí no nos escondiéramos de las opiniones del resto de la gente, sino que les
plantáramos cara, al resto de la gente no le importaría nuestra vida. Y eso es
lo que hay que hacer. Si cada una de las que estamos aquí ignora lo que escribe
Fionna sobre ella, provocaría que Fionna se cansase y dejase de escribir.
Mis palabras provocaron el asentimiento general.
-
Si
no hay nada más que contar, se acaba aquí la reunión.
Blondie Fox se marchó de la sala común indignada. Como todo
el mundo guardaba silencio, decidí que la reunión había terminado. Me levanté
del taburete y mis amigas me siguieron. Pero, al pasar por delante del baño del
pasillo, tuve una corazonada.
-
Esperadme
arriba, tengo que ir al baño un momento.
Una vez que perdí de vista a las chicas, me metí en el baño,
donde me encontré frente a frente con Blondie Fox, que lloraba sentada en el
suelo.
-
Barbara…
– empecé.
-
Si
vas a reírte de mí como hace el resto del internado, vete. Ya tengo suficiente
con las burlas de los demás como para soportar las tuyas. – me contestó ella
llorando.
-
Barbara,
no he venido aquí para burlarme de ti.
-
¡Pues
todo el mundo lo hace! Mirad a Barbie Clarkson, la que fue la reina del
internado, y ahora será la próxima madre adolescente del internado. – dijo ella
llorando con más fuerza, por lo que esperé a que se calmase para contestar.
-
Barbara,
sigues siendo la misma persona. Lo único que cambia es que dentro de unos meses
tendrás un bebé. Vengo a ayudarte.
-
Lo
único a lo que vienes es a compadecerte de mí.
-
No
vengo a eso.
-
Déjame
en paz. No vas a averiguar quién es Fionna, así que vete.
-
Voy
a ayudarte a descubrir la verdadera identidad de Fionna.
-
¿Es
en serio? – preguntó ella, sin creérselo demasiado.
-
Claro
que sí, yo también tengo curiosidad por saber quién es la famosa Fionna
Catchpole.
-
¿Y
cómo lo vas a conseguir?
-
Eso
corre de mi cuenta.
***
-
¡¿QUÉEEEEEEEEEE?!
– gritó Nat cuando solté la noticia bomba.
-
Lo
que has oído. – respondió Charlie con ironía.
-
¡No,
definitivamente me niego! – continuó Nat a lo suyo.
-
Pero
Nat… – empecé.
-
Lena,
si digo que no es que no.
-
Sólo
reconsidéralo por un momento.
-
Está
bien Lena, voy a reconsiderar la situación: me estás pidiendo que ayude a una
zorra que se acostó con tu novio…
-
Todavía
no era mi novio. – le dije interrumpiéndola.
-
Como
sea. Te recuerdo que te declaró la guerra el primer día que pisaste el
internado.
-
¿Y
qué? No puedo odiarla siempre. Además, está embarazada. A mí me da pena.
-
Lena,
quita el hecho de que está embarazada. – añadió Nat. – Yo también lo estuve y
nadie me ayudó.
-
Pero
tú no vas a ser madre adolescente, y podrás ir a la Universidad y todo eso.
Ella no.
Nat calló ante mis palabras. Todavía le dolía el recuerdo de
su embarazo, no le gustaba hablar de ese tema.
-
Nat,
sólo imagina por un momento que lo que le está pasando a Blondie Fox te hubiese
pasado a ti. – empecé a decirle.
-
Es
el mismo caso. – dijo ella con resentimiento.
-
No
Nat, esto es diferente, completamente diferente. – le contestó Charlie.
-
Todo
el mundo se burla de ella ahora, y nadie la apoya, ni siquiera sus lacayas... –
le empezó a decir Penny. – Tú nos tenías a nosotras. Y a Jerry, que reconoció
al bebé, te prometió que iba a estar contigo, y te apoyó en todo.
-
Jerry
ha sido quien me ayudó a superar todo. Al fin y al cabo, también era su hijo. –
admitió Nat.
-
Pues
ya me gustaría saber si Brandon Jeffries apoya a Blondie Fox de la misma manera
que Jerry lo hizo contigo. – le respondió Penny.
-
Quién
sabe… – dijo Charlie.
-
Pues
por eso deberíamos ayudar a Blondie Fox. – añadí.
Nat me miró pensativa durante unos segundos, para contestar:
-
De
acuerdo, ayudaré a Blondie Fox.
-
¡Bien!
– grité, al mismo tiempo que la abrazaba.
-
Pero
una vez que esto acabe, no pienso hablar con ella.
-
Eso
ya es cosa tuya. – le dije. – Por cierto, ¿se te ocurre algo para descubrir a
Fionna?
-
Tengo
algo en mente. Pero necesito que esté presente todo el internado.
-
¿Qué
os parece si lo hacemos en una fiesta? – sugirió Penny.
-
¿Y
en cuál? – preguntó Charlie.
-
¿La
graduación? – sugirió Nat esta vez.
-
No,
la ceremonia de la graduación es sagrada. Además, es nuestra graduación. Si
fuera la de otros, pues la sabotearíamos, pero siendo la nuestra, pues no. –
contesté.
-
¿Y
el baile de graduación? – dijo Charlie.
-
Más
de lo mismo. Además, tendría que ser en una fiesta donde no hubiera profesores.
Por lo menos para poder hacer lo que tengo en mente. – explicó Nat.
-
¿Y
si lo hacemos en cualquier fiesta en el gimnasio? – sugerí.
-
¿Y
qué tal en tu fiesta de cumpleaños?
-
Charlie,
¿de qué fiesta de cumpleaños hablas?
-
De
la tuya tonta.
-
Charlie,
me acabo de enterar de que tengo una fiesta de cumpleaños.
-
Normal,
se me acaba de ocurrir. – admitió ella encogiéndose de hombros – Pero reconoce
que es una buena idea.
-
Lo
es – dijeron Nat y Penny a la vez.
Tendrás la mejor fiesta de cumpleaños que se recuerde
en el internado. Porque, créeme, esta fiesta será recordada durante muchos
años.